Todas las vidas importan
No es la primera vez que las universidades, en particular las facultades de ciencias sociales se ven afectadas por disturbios.
No es la primera vez que las universidades, en particular las facultades de ciencias sociales se ven afectadas por disturbios.
La esperanza del progreso perpetuo estaba en el corazón de la civilización occidental.
El sistema sanitario mexicano no asume la responsabilidad que le corresponde a la hora de evitar enfermedades.
Los cuidados paliativos no son ni el aval ni la alternativa a los protocolos letales.
Fue en la década de 1970 cuando surgió una nueva visión moral del mundo, ya no republicana, sino democrática y liberal.
Las medidas adoptadas se centraron en las dimensiones biológicas de la existencia, sin prestar la atención necesaria a los aspectos emocionales, sociales y antropológicos que dan sentido a la vida.
La existencia del privilegio masculino parece ser aceptada desde la base hasta la cima del discurso público.
La actual ofensiva desde el feminismo contra el amor no se limita a las advertencias: estructura un verdadero culto a su renuncia.
En la mayoría de estos casos, la petición de muerte esconde una petición de atención y benevolencia, por no decir de amor.
El etnólogo británico James Frazer escribió hace un siglo, “la idea de que uno puede transferir sus sentimientos de sufrimiento o culpa a otro ser que los llevará en su lugar es una noción familiar para la mente del salvaje”, lo que implica que sería ajena a la mente moderna.
La complejidad se ha convertido en la coartada de la inacción: hay tantos parámetros en juego, tantos datos que se entrelazan.
Todo el mundo se envolvió en esta vorágine en la que parecía que olvidamos la complejidad de la realidad.