Mano abierta, puño cerrado

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

Por la vida encontraremos algunas manos abiertas y muchos puños cerrados. Habrá quienes nos ofrecerán una mano abierta para ayudar a levantarnos cuando hayamos caído y habrá, también, quienes, con el puño cerrado, querrán derribarnos cuando estemos en la cima. Extraviados en el camino encontraremos siempre quien, con la mano abierta, nos señale la ruta … Leer más

Por la vida encontraremos algunas manos abiertas y muchos puños cerrados.

Habrá quienes nos ofrecerán una mano abierta para ayudar a levantarnos cuando hayamos caído y habrá, también, quienes, con el puño cerrado, querrán derribarnos cuando estemos en la cima.

Extraviados en el camino encontraremos siempre quien, con la mano abierta, nos señale la ruta a seguir y quien, con el puño cerrado, nos marque el alto cuando pretendamos pasar a través del sendero que se abre tras de sí.

También encontraremos a quien, con la mano abierta, nos ofrece la oportunidad de ser generosos y ayudarle con una caridad, y quien, con el puño cerrado apretará con fuerza lo suyo para dejarnos en claro que no le somos necesarios y que, por ningún motivo se nos ocurra acudir a él buscando ayuda.

La mano abierta acariciará nuestra cabeza cuando seamos pequeños y cuando seamos ancianos, al igual que lo hará cuando nos encontremos enfermos o emocionalmente vulnerables; el puño cerrado será el que golpeará nuestro rostro en más de un desengaño o traición, y el que nos pondrá ante la disyuntiva de si volver a ponernos de pie a pesar del daño sufrido o rendirnos para permanecer por siempre sometidos a su yugo.

Han sido manos abiertas las que se han estrechado unas a otras para sellar acuerdos de paz que evitaron inútiles derramamientos de sangre; han sido manos abiertas las que han acunado en sus edades tempranas a quienes hoy son premios Nobel o a quienes se atribuyen ingeniosos inventos y descubrimientos que han cambiado el curso de la historia de la humanidad, y las que han tendido puentes entre un ser humano y otro, entre una nación y otra, y las que los mantienen abiertos.

Los resultados de los que dirigen con puños cerrados son y serán siempre mediocres de pronta caducidad.

Mano abierta y puño cerrado son los estilos que distinguen al líder del tirano; al que inspira del que infunde miedo; al que se sigue porque se le ama del que se le sigue porque se le teme.

Usted, ¿ha abierto alguna vez su mano o mantiene su puño cerrado en este momento?

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