

Juan Carlos Ramos León.
Fue tendencia esta semana el que un político de poca monta, movido por quién sabe qué hilos, acudió ante el IEEZ a denunciar nada más y nada menos que al Sr. Obispo, Monseñor Sigifredo Noriega Barceló.
De acuerdo con la narración del Santo Evangelio, Jesús se dirigió hacia la ciudad de Jerusalén, y al aproximarse, comenzaron a salir muchas personas en el camino que arrancaban ramas de los árboles y lo aclamaban como rey; algunos fariseos que iban en el grupo detrás de Jesús le reclamaron: “¡Maestro, diles a tus seguidores que no digan esas palabras!” y la respuesta de Jesús fue: “Les aseguro que, si ellos callan, gritarán las piedras” (Lc XIX, 40).
Fue tendencia esta semana el que un político de poca monta, movido por quién sabe qué hilos, acudió ante el IEEZ a denunciar nada más y nada menos que al Sr. Obispo, Monseñor Sigifredo Noriega Barceló. Es decir, acudió a una de las instituciones que sus correligionarios del más alto rango siempre han despreciado, a acusar a un ciudadano que piensa diferente por haber externado su opinión. Dicen los que saben que a eso se le conoce como “adoctrinamiento”: Es decir, si no piensas como yo estás equivocado. Además, ahora resulta, que hay quienes tienen derecho a opinar y quienes no lo tienen: eso tiende derechito hacia una “dictadura”.
Si yo argumento algo en contra de algún instituto político o religioso, no pasa nada. ¿Quién soy? Pero si lo hace una autoridad, fíjese bien, no sólo legítima y religiosa sino de ampliamente reconocido prestigio moral, entonces sí cala. ¡Claro! Es porque muchos siempre critican sin saber y no más por el gusto de andarlo criticando todo pero cuando alguien de quien se sabe que lo más probable es que tenga la razón lo hace…
Organizaciones sociales y personas de todo tipo han salido a mostrar su desaprobación a tan absurda y ridícula reacción de este personaje de caricatura que tiene los días contados en su trayectoria política. Pero el partido al que representa sin duda tendrá que asumir el costo de esta torpe maniobra, ya que somos un número creciente de personas las que nos sentimos identificadas con lo expresado por Don Sigifredo, y que estamos cansadas hasta el hartazgo de tanto retraso social y económico y tanta inestabilidad en la población, no sólo de Zacatecas, sino de todo el país.
Al igual que la mayoría de los zacatecanos, respaldo al Señor Obispo, igualmente indignado y ofendido ante este hecho violatorio de sus derechos humanos. Y celebro que haya confirmado la postura originalmente adoptada con esta respuesta que dio en una entrevista reciente en que le preguntaban si “se puede voltear hacia otro lado ante la necesidad de la gente” a lo que respondió: “sería antievangélico ya que lo que el Señor nos pide es interesarnos por la gente, especialmente por la gente que sufre”.
De manera que, ante la obligación de manifestar la verdad en todo su esplendor, que se sepa y le quede bien claro a todo aquel a quien le tenga que quedar claro que, si alguien la calla, “gritarán las piedras”.