

Juan Carlos Ramos León.
Hay quienes, teniendo un gran talento para la actuación, no llegan a convertirse en lumbreras de la noche y terminan mejor dedicándose a otra cosa.
Hay que aceptarlo: Todos, por lo menos una vez, soñamos con ser estrellas de cine. La posibilidad de abandonar nuestra propia realidad para encarnar a un personaje distinto dejando fluir nuestro “talento” artístico. La fama, los aplausos, la fortuna… ¡Cuánto se inflama el amor propio cuando se ve uno a sí mismo en una pantalla!
Hay quienes, teniendo un gran talento para la actuación, no llegan a convertirse en lumbreras de la noche y terminan mejor dedicándose a otra cosa; y otros que, sin una pizca de talento pero con una gran habilidad y un poco de suerte, consiguen abrazar el éxito y construir patrimonios que no se gastarían en tres generaciones.
Pero, ¿sabe qué? A usted y a mi otro gallo nos cantaría si cayéramos en la cuenta de que somos la estrella de la película de nuestras propias vidas y que una buena actuación en la misma nos puede traer no sólo esa fama, aplausos y fortuna sino la posibilidad de trascender, de que nuestra luz no se apague nunca.
Oiga, la vida para muchas de las estrellas de cine que conocemos no necesariamente ha sido fácil ni su prosperidad siempre ha estado ahí. Es interesante adentrarse a conocer ciertos testimonios en los que es posible percatarse de todo el sufrimiento que se padeció detrás de sus historias de éxito. Nosotros vemos lo que ya está, pero no tenemos ni idea de cómo llegó ahí ni cuánto costó. Además, vemos lo que se quiere que veamos: sonrisas, glamur… Pero no todo es real: tras esos rostros suelen esconderse grandes tragedias.
No hay éxito sin sacrificio, no hay gozo sin dolor; nada en la vida es gratis, todo tiene un precio y lo que fácil viene, más fácil se va. Así que, conscientes de ello, hay que definir si estamos dispuestos a pagar el precio de ser la estrella de cine de nuestra propia película y yo creo que la mayoría daríamos por respuesta un “sí”. Entonces, ser conscientes de que, a lo largo de la película, habrá escenas tanto de alegría como de tristeza; se librarán batallas y muchas de ellas se ganarán pero también otras se perderán; vendrán amores que luego se irán; traiciones, desencuentros, desencantos… habrá, quizás, períodos de prolongada soledad, donde todo se ve obscuro, pero siempre terminarán por aparecer los rayos de luz apenas necesarios para mostrarnos la salida; en determinadas escenas habrá que soportar cargas que podrá parecer que nos doblegan bajo su peso pero no resultará complicado encontrar a más de alguno que nos tienda la mano para ayudarnos a soportarlas; la trama nos pondrá muchas veces ante el dilema de volvernos héroes o villanos y, entonces, nos enfrentaremos al reto de hacer por nosotros mismos o por otros y, al final de la película, los aplausos…
Y, luego, a prepararse para la ceremonia de premiación esperando resultar galardonados.