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juan carlos ramos leon

Gigantes en potencia

Gigantes en potencia

Juan Carlos Ramos León.

Es verdaderamente sorprendente lo que nuestros pequeños pueden lograr con los estímulos necesarios.

Juan Ramos León
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24 de noviembre 2025

Debo de admitir que un error que como padre cometo muy a menudo es el de menospreciar las capacidades de mis hijos. De los niños, en general. Luego hay ciertas tareas o responsabilidades, sobre todo, del hogar, que dudo en asignarles o delegarles y termino haciéndolas yo. Craso error. Por eso luego termina uno quejándose de que sus hijos no cooperan, no entienden o son unos buenos para nada. ¡Pues claro! ¡Nosotros los hemos hecho así!

Retrocedamos un poco en el tiempo y reflexionemos acerca de cómo fuimos formados nosotros en el sentido de la responsabilidad y en ciertas habilidades -muy básicas- que no se aprenden en la escuela. Encontraremos que nuestros mayores, -quizás por condescendencia- de cuando en cuanto nos dejaban ayudarles en la realización de ciertas tareas domésticas que nos salían más bien mal pero que, igual, nos dejaban hacer. Eso nos daba confianza en nosotros mismos. Luego nos asignaban responsabilidades muy sencillas, como ir a las tortillas o al pan, y aquello era diario, así que se volvía una monserga porque había que suspender lo que se estaba haciendo para cumplir con ese deber. Eso nos enseñó el verdadero sentido de la responsabilidad: si usted no lo hace, nadie más lo hará. Algunos de nuestros formadores tenían la paciencia de sentarse con nosotros a realizar juntos tareas un tanto más complejas para que aprendiéramos a hacerlas por nuestra cuenta. Eso nos enseñó que siempre hay más de una forma de hacer las mismas cosas, a veces con mejores resultados. Y, está claro también, que había veces que no se nos tenía la paciencia necesaria y se nos hacía un lado con las hirientes palabras “quítate, yo lo hago”. Y aquello derrumbaba en gran parte lo ya construido porque, o bien dañaba severamente nuestra autoestima o bien abonaba a instalarnos en la comodidad de “y ¿para qué lo hago yo si ahí tengo a éste’”.

Es verdaderamente sorprendente lo que nuestros pequeños pueden lograr con los estímulos necesarios. Necesitan estresarse. Y como nosotros los adultos le huimos al estrés no nos damos cuenta de que, al procurar evitárselo a nuestros hijos, sólo acumulamos más para nosotros y a ellos les privamos de todo el aprendizaje que se esconde detrás. Muchas veces por falta de paciencia, otras por simple sobreprotección, pero el caso es que les estamos retirando el privilegio de volverse autosuficientes. Y lo malo es que pasan los años y continuamos igual, sin permitir que se ponga a prueba alguna vez todo su potencial.

Ojalá que pudiéramos ser más reflexivos al respecto y caer en la cuenta de que contamos en casa con pequeños gigantes en potencia. Y claro que todos queremos ver florecer su talento y ser testigos de su éxito y su felicidad. De verlos trascender. Pues he ahí un tema que, estoy cierto, da material de análisis y discusión para rato.

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