
Juan Carlos Ramos León.
Toda su vida, inclusive desde antes de que nazcan, los venimos preparando para el momento en el que tengan que levantar el vuelo por sí mismos y partir.
Los hijos son algo tan genial que llena de dulzura nuestras vidas de forma tal que llegamos a creer que son nuestros, que nos pertenecen. Pero la realidad es que sólo se nos confiere su custodia de forma temporal para que les formemos y eduquemos con el fin de que, llegado el tiempo, continúen por sí solos este peregrinaje por la vida.
Decía yo que son algo tan genial que no nos importa, durante sus primeros años, dormir poco para cuidarlos cuando son bebés o cuando se enferman, alimentarlos o cambiar sus pañales, y después, procurarles buenas escuelas y actividades complementarias para su formación humana, llevarlos de paseo o de vacaciones y hacerles aquellos regalos que nuestras posibilidades económicas nos permitan, todo para verlos felices y ser nosotros felices, en consecuencia.
Toda su vida, inclusive desde antes de que nazcan, los venimos preparando para el momento en el que tengan que levantar el vuelo por sí mismos y partir. Abandonar el nido y emprender el viaje hacia sus propios horizontes, esta vez solos. Y aquí el detalle está en que a nosotros como padres nadie nos prepara para el momento de verlos partir. Decía que “llegamos a creer que son nuestros”, de manera que quizás sólo nos damos cuenta de que no en el momento en el que se separan de nosotros, cosa que se siente como si nos arrancaran un pedazo de alma. Nada reemplaza ese vacío que se siente cuando se van.
Conscientes de que los hijos son un goce temporal pero un compromiso de por vida, debemos de tener presente que ese compromiso que asumimos al colaborar con Dios para traerlos a este mundo considera el inculcarles el bien de la siguiente forma:
Los hijos se van, y parecería que nos dejan sin nada. Pero eso no es cierto. Si se les forma bien, de acuerdo a estos principios, siempre nos quedaremos con la gran satisfacción de verlos triunfar, sostenidos sobre bases firmes.