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Jairo Mendoza

El regreso de Uber a los aeropuertos mexicanos

El regreso de Uber a los aeropuertos mexicanos

Jairo Mendoza.

Durante los últimos años en los aeropuertos, el absurdo fue cotidiano: viajeros con maletas escondiéndose para abordar un Uber, conductores multados o incluso detenidos.

Jairo Mendoza
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29 de octubre 2025

La reciente resolución judicial que permite a Uber volver a operar en los aeropuertos mexicanos no es sólo una noticia de movilidad: representa un paso necesario hacia un país donde la ley sirva a los ciudadanos y no a los intereses particulares.

Durante los últimos años en los aeropuertos, el absurdo fue cotidiano: viajeros con maletas escondiéndose para abordar un Uber, conductores multados o incluso detenidos, mientras los taxis concesionados (en muchos casos caros, obsoletos y poco confiables) conservaban el monopolio en las zonas aeroportuarias. El regreso legal de Uber, amparado por una suspensión definitiva, pone fin a esas escenas casi surrealistas. Pero no debemos confundir un triunfo judicial con una política pública.

Uber ganó un amparo, pero no la guerra. Lo que la jueza concedió fue una suspensión que impide a la Guardia Nacional detener a los conductores dentro de los aeropuertos, mientras se resuelve el fondo del litigio. Es decir, aún no existe una regulación clara y moderna que defina cómo deben convivir las plataformas y los servicios tradicionales en espacios federales. En esa área de oportunidad se mueve México, postergando legislaciones mientras la tecnología avanza más rápido que la ley.

Los beneficiados inmediatos son los usuarios, sobre todo los turistas. La posibilidad de elegir cómo moverse, sin miedo ni abusos, es una mejora tangible. También ganan los conductores de estas plataformas digitales, que podrán trabajar sin la amenaza de ser detenidos. Pero detrás de esta victoria legal surge una pregunta incómoda: ¿por qué tuvo que ser un juez quien corrigiera lo que el Congreso y algunas autoridades han evadido durante casi una década?

El caso Uber revela algo más profundo: la resistencia de ciertos intereses económicos y políticos a ceder terreno ante modelos más abiertos y competitivos. Lo que debería ser un debate técnico (eficiencia, seguridad, regulación justa) se ha contaminado de clientelismo, privilegios y miedo al cambio.

México está a menos de un año de recibir un flujo turístico sin precedentes con la Copa Mundial del 2026. ¿De verdad podemos darnos el lujo de ofrecer aeropuertos donde la movilidad depende de la incertidumbre? ¿de amparos y no de leyes claras? La modernidad no se decreta, se legisla, se ordena y se asume con responsabilidad.

El regreso de Uber a los aeropuertos constituye, sin duda, una buena noticia. No obstante, también representa un llamado de atención: si el Estado no moderniza y armoniza sus marcos normativos, la movilidad en México continuará dependiendo de decisiones judiciales aisladas en lugar de una estrategia integral de país. Y ello sería, indudablemente, un retroceso más grave que cualquier amparo.

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