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Jairo Mendoza

A un paso de la jornada laboral de 40 horas

A un paso de la jornada laboral de 40 horas

Jairo Mendoza.

En el centro de la iniciativa sumerge una premisa ampliamente documentada, la necesidad de mejorar la calidad de vida de los trabajadores.

Jairo Mendoza
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26 de noviembre 2025

La propuesta en el Congreso de la Unión de reducir la jornada laboral semanal de 48 a 40 horas en la Ley Federal del Trabajo ha reabierto un debate que, aunque postergado durante años, resulta ineludible para un país que busca equilibrar competitividad económica, desarrollo social y dignidad en el trabajo. La discusión no es menor, pues implica reconfigurar dinámicas productivas, revisar estructuras empresariales y actualizar un marco laboral que, en muchos aspectos, creo responde más al México del siglo XX que al del siglo XXI.

En el centro de la iniciativa sumerge una premisa ampliamente documentada, la necesidad de mejorar la calidad de vida de los trabajadores. Diversos estudios internacionales muestran que la reducción de horas laborales puede contribuir a disminuir niveles de estrés, aumentar el tiempo de convivencia familiar y favorecer el bienestar general. Para un país donde la jornada laboral formal entre las más largas de la región ha convivido con rezagos persistentes en productividad, el planteamiento invita a reflexionar sobre la relación entre tiempo trabajado y valor generado.

Sin embargo, cualquier modificación de esta magnitud exige un análisis detallado de sus implicaciones económicas. Sectores empresariales han advertido que la reducción de horas podría incrementar costos operativos, particularmente para pequeñas y medianas empresas con márgenes reducidos o con esquemas que dependen de turnos continuos. Ante ello, surge la necesidad de diseñar un periodo de transición razonable, acompañado de medidas que faciliten la adaptación y que eviten efectos indeseados como la informalización laboral o la sobrecarga de tareas en menos tiempo.

También debe considerarse la diversidad del mercado laboral mexicano. Es decir, no todos los empleadores enfrentan los mismos retos ni cuentan con las mismas estructuras organizativas. La aplicación de la reforma probablemente generaría impactos diferenciados en industrias como mano de obra, servicios, comercios minoristas y de manufactura. De ahí la importancia de un debate social amplio, que permita identificar modelos flexibles y acuerdos adaptados a la realidad de cada sector productivo.

Más allá de las posiciones encontradas, la iniciativa representa una oportunidad para actualizar el modelo laboral mexicano y alinearlo con estándares internacionales que hace tiempo transitaron hacia jornadas más acotadas pero involucrando a las PYMES. Su valor no radica únicamente en la reducción numérica de horas, sino en la posibilidad de impulsar culturas organizacionales más orientadas a resultados, capacitación continua y mayor eficiencia en los procesos internos.

La discusión debe darse con responsabilidad, evidencia y apertura. Si se logra un acuerdo equilibrado, el país podría avanzar hacia un esquema laboral más moderno y humano, sin comprometer su competitividad económica. El reto consiste precisamente en encontrar ese punto de coincidencia.

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