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Jaime Santoyo Castro

Urge prevenir los ciberdelitos y regular el uso de la inteligencia artificial

Urge prevenir los ciberdelitos y regular el uso de la inteligencia artificial

Jaime Santoyo Castro.

En el plano legal, es indispensable actualizar periódicamente los tipos penales para responder a nuevas modalidades delictivas y definir con toda precisión las conductas antisociales que se cometen en este rubro.

Jaime Santoyo Castro
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24 de noviembre 2025

En apenas dos décadas, la vida digital dejó de ser una extensión de la realidad para convertirse en su núcleo. Hoy trabajamos, compramos, estudiamos, gestionamos servicios públicos y nos comunicamos a través de dispositivos conectados. Esta transformación, tan profunda como irreversible, ha generado enormes beneficios, pero también ha abierto espacios de vulnerabilidad que exigen respuestas urgentes. Entre ellos destacan dos temas que preocupan cada vez más a ciudadanos, autoridades y especialistas: la prevención de los ciberdelitos y la regulación ética y jurídica de la inteligencia artificial (IA).

Primero debemos reconocer que los ciberdelitos ya no son fenómenos aislados ni exclusivos de expertos en informática, pues están presentes en la vida cotidiana: fraudes a través de mensajes, suplantación de identidad, robo de información, extorsiones y ataques a sistemas públicos o privados. México ha avanzado en su tipificación penal, pero la sola tipificación de conductas delictivas no basta. Se requiere una estrategia integral basada en cuatro pilares fundamentales: legislación, tecnología, educación y cooperación institucional.

En el plano legal, es indispensable actualizar periódicamente los tipos penales para responder a nuevas modalidades delictivas y definir con toda precisión las conductas antisociales que se cometen en este rubro. La tecnología avanza más rápido que las leyes, y ello genera vacíos que aprovechan los delincuentes. También se necesita fortalecer la Ley de Protección de Datos Personales, pues proteger la información es proteger la dignidad y la seguridad de las personas.

En lo técnico, es urgente que tanto en las instituciones públicas como en las privadas se establezcan protocolos de ciberseguridad: cifrado, autenticación multifactor, auditorías de sistemas y políticas claras de manejo de información y las autoridades deben establecer una cuidadosa estrategia para que  a nivel individual, los ciudadanos interioricemos prácticas básicas de autoprotección: contraseñas robustas, cautela ante enlaces sospechosos, verificación de remitentes y actualización constante de dispositivos.

Pero quizá la herramienta más poderosa es la educación digital. Sin una cultura de responsabilidad en línea, cualquier barrera tecnológica será fácilmente superada. Una ciudadanía informada es el primer gran muro de contención contra quienes intentan vulnerar nuestra vida digital.

El segundo gran desafío es la regulación de la inteligencia artificial. Esta tecnología ya participa en decisiones que afectan la vida de millones de personas: desde qué noticias vemos hasta cómo se evalúa un crédito, pasando por diagnósticos médicos, procesos educativos y sistemas de vigilancia. Su potencial es enorme, pero también lo es su riesgo cuando opera sin transparencia, sin controles y sin responsabilidad.

El debate mundial ha demostrado que la IA no puede regularse únicamente desde la técnica; debe regularse desde los derechos humanos. La Unión Europea ha marcado un camino con su reciente ley AI Act, que clasifica los sistemas de IA por nivel de riesgo y establece obligaciones específicas para desarrolladores y usuarios. México ha iniciado el camino legislativo, pero el reto es mayor: se necesita una ley que no solo fomente la innovación, sino que garantice la protección de la privacidad, evite la discriminación algorítmica y establezca mecanismos de responsabilidad en los casos de que la IA cause daño.

Al final, ambos temas (ciberdelitos e inteligencia artificial), forman parte de una misma agenda: la de construir una gobernanza digital responsable. La tecnología debe seguir avanzando, pero bajo reglas claras que resguarden nuestra seguridad, nuestra libertad y nuestra dignidad. En este nuevo entorno, la prevención no solo es un asunto de especialistas: es una obligación compartida entre gobiernos, instituciones, empresas y ciudadanía.

Porque en la era digital, el futuro no se improvisa: se construye con conciencia, con leyes adecuadas y con responsabilidad colectiva.

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