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Jaime Santoyo Castro

“Año de nones, año de dones”

“Año de nones, año de dones”

Jaime Santoyo Castro.

Los dichos eran, las respuestas rápidas; sin Google ni inteligencia artificial, a casos concretos de la vida real.

Jaime Santoyo Castro
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6 de enero 2025

No cabe duda de que nuestros ancestros acumularon una gran cultura que nos transmitieron a través de dichos populares. Cada dicho encerraba verdades, creencias, enseñanzas o grandes esperanzas. Nuestros padres y abuelos no necesitaban decir largos discursos, pues en pocas palabras, decían lo que querían decir, y hasta sentenciaban lo que según ellos iba a pasar. Ellos no eran adivinos; simplemente aplicaban lo que habían aprendido en la casa, en la calle o en la escuela como explicación de lo que sucedía a su alrededor, o de lo que se advertía que iba a suceder. Los dichos eran, en esos tiempos, las respuestas rápidas; sin Google ni inteligencia artificial, a casos concretos de la vida real o quizá a sus expectativas o esperanzas y créanme que quisiera traer en mi mente todos esos dichos para que siguieran siendo una guía en nuestras azarosas vidas.

Uno de ellos, que se expresaba casi siempre antes del inicio de un nuevo año, según si era par o impar, era el de “Año de nones, año de dones. Año de pares, año de pesares”. La interpretación literal del refrán sugiere que los años terminados en números impares traen consigo “dones”, es decir, regalos, bendiciones o eventos positivos. El término “dones” puede aludir tanto a bienes materiales como a experiencias significativas, éxitos personales o colectivas manifestaciones de prosperidad. En este contexto, el refrán actúa como un presagio de buenos tiempos, infundiendo esperanza y optimismo para quienes lo evocan.

Dentro de los 365 días del año encontramos unos muy favorables y otros de infortunio. Hay muchas variantes, y para ser un poco más justos al calificar a los años, debemos ubicar las cuestiones generales, más allá de las particulares. Así podemos dar cuenta de que hay años de buena salud, de buen clima, de intensas lluvias, de buenas cosechas, de alta producción, de buenas oportunidades de trabajo, de intenso comercio, de gran movimiento turistico, de tranquilidad, de paz, y nuestros antecesores veían con esperanza la llegada de años impares, porque según ellos, llegaban cargados de buena fortuna. Yo quiero adherirme a esa esperanza deseando para todos que este año de nones sea un año de dones.

Que este año de buena fortuna nos ayude a los mexicanos a recuperar la paz y la tranquilidad social. Que se convierta en una oportunidad para desterrar, ahora si de verdad, la corrupción y la ineficacia; a encontrar el rumbo que la nación necesita para dar fin a esta guerra fratricida que día a día termina con la vida de muchos y lacera la tranquilidad social; que los dones que nos depara este año impar se dirijan a blindar a nuestra juventud con una educación de calidad y apertura de oportunidades de desarrollo, de manera tal que combine su capacidad creadora, su vitalidad, fuerza y entusiasmo con los incentivos gubernamentales para que se conviertan, como debe ser, en generadores de riqueza y no en tristes recipiendarios de ayudas sociales que los desalienta y los vuelve conformistas arrebatándoles ese papel transformador que han mostrado a lo largo de la historia.

Necesitamos un México con su juventud de pie, luchando, trabajando, construyendo, creando, preparando su futuro y el de sus hijos, del lado de la sociedad, de la legalidad y del progreso.

Los dones no llegan solos; hay que sembrar para cosechar, así es que para que este año sea de dones, debemos estar unidos en pos de los más altos intereses de la nación; sin descalificaciones ni divisiones. Los verdaderos enemigos nuestros están afuera, acechándonos como buitres para doblegarnos; están azusando y atizando para que nos enfrentemos nosotros mismos, sembrando odios, rencores y desconfianza y para que destruyamos nuestras instituciones, de manera tal que quedemos inermes y de rodillas ante esos males.

No cabe duda de que, aún siendo año de dones, vamos a vivir días aciagos, particularmente ante la llegada de Trump, y por eso será recomendable además de la unidad nacional, que orientemos nuestros recursos y nuestras fuerzas a recuperar la seguridad, la salud, el empleo, el turismo, a propiciar la derrama económica, pero sobre todo que incentivemos el diálogo, la cooperación y ayuda mutua y procuremos el estricto cumplimiento a los dictados de la ley y el respeto a todas las decisiones políticas auténticamente orientadas a proteger el interés nacional.

“Años nones, años de dones” es más que un simple refrán; es una ventana a la manera en que las personas interpretan y asignan significado al paso del tiempo. Aunque su base sea simbólica y subjetiva, su poder reside en la capacidad de infundir optimismo y esperanza. Ya sea que lo consideremos como una tradición cultural, una expresión de deseos o una curiosidad lingüística, este refrán ilustra cómo el lenguaje y las creencias colectivas moldean nuestra visión del mundo y del tiempo que vivimos.

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