
Jaime Santoyo Castro.
El secretario de Relaciones Exteriores desempeña un papel clave en la política exterior de un país.
Las relaciones diplomáticas entre países son fundamentales para promover la paz, la cooperación y el desarrollo global y por ello deben enfocarse en los principios de respeto, cooperación y beneficio mutuo; en la resolución pacífica de conflictos, igualdad y equidad, no intervención en asuntos internos, promoción de los derechos humanos y la democracia, diálogo y diplomacia preventiva y cumplimiento de los acuerdos internacionales.
Por ello el secretario de Relaciones Exteriores (o canciller) desempeña un papel clave en la política exterior de un país, toda vez que va a representar y a defender los intereses de la nación en el ámbito internacional. Para tener éxito en este cargo, el secretario debe tener una combinación de habilidades, experiencia y cualidades personales, basadas en la experiencia y el conocimiento de la política exterior, experiencia diplomática, habilidades de comunicación, capacidad de negociación, liderazgo y toma de decisiones y sobre todo, integridad y compromiso ético.
Por eso creo que la Presidenta Claudia Sheinbaum ha acertado en la designación del Doctor Juan Ramón de la Fuente para hacerse cargo de ésa estratégica función, pues sin duda alguna es garantía de eficacia, responsabilidad y seriedad, características que son necesarias particularmente ahora que, rompiendo la tradición de México como un país de respeto y paz entre las naciones, el expresidente López Obrador, contra todo pronóstico diplomático, tensó las relaciones de México con algunas naciones del mundo, particularmente con Estados Unidos, Canadá, Perú, Ecuador y España, y la nueva Presidenta, por el bien de los mexicanos y de su mandato, debe recomponerlas, particularmente con Estados Unidos, que es la nación más poderosa del mundo y con la que compartimos más de tres mil kilómetros de frontera y una relación bilateral enmarcada en intensa actividad comercial, social, cultural y múltiples acuerdos de colaboración y apoyo recíproco.
Recordemos que López Obrador, con poco tacto diplomático propició una relación desmesurada y desordenada con el embajador estadounidense Ken Salazar, a quien le abrió las puertas de Palacio Nacional, sin tomar en cuenta el orden institucional y diplomático y propició que el embajador se diera atribuciones para hablar directamente con cuanto funcionario pudiera, haciendo a un lado el orden institucional, a sabiendas de lo que la historia nos ha demostrado acerca de la enorme ambición de los norteamericanos, vestidos con piel de oveja. Este trato tan meloso a Ken Salazar, según López Obrador, fue suspendido (cuando menos para la opinión pública); cuando, pretextando no estar enterado de las acciones previas a la detención de dos altos líderes de sendos grupos delincuenciales, y quejándose amargamente de no haber sido atendido en sus requerimientos de información, declaró pausada la relación con Ken Salazar, y extrañamente el embajador no hizo ninguna referencia a esa pausa, porque ni a él ni a su encomienda le causaron perjuicio alguno. Personalmente creo que se debe haber reído de la inocencia nuestra.
Pues bien; la Presidenta Claudia Sheinbaum, reconociendo la relevancia de la conducción de las relaciones de la nación con otros países del orbe, ha decidido poner orden, y en tal virtud ha dado instrucciones para que a partir de la fecha el trato diplomático entre México y Estados Unidos se conduzca por las vías institucionales y sea el Secretario de Relaciones Exteriores Juan Ramón de la Fuente quien se haga cargo de atender todos los asuntos, acciones, acuerdos, y dispositivos que se deriven de la política exterior de México, lo que indudablemente dará confianza, certidumbre y seguridad e impulsará las actividades públicas y privadas, políticas, sociales, culturales y comerciales entre los sectores de ambas naciones.
No olvidemos que nuestra relación con Estados Unidos es compleja y multifacética debido a la proximidad geográfica, los fuertes lazos económicos, la historia compartida y las interacciones socioculturales entre ambos países que ha abarcado diversos temas clave, incluyendo el comercio, la migración, la seguridad fronteriza, el narcotráfico y el cambio climático.
De ahí que la presidenta oriente sus decisiones a atender los puntos destacados sobre la relación diplomática actual y sus áreas de colaboración y conflicto, poniendo especial énfasis en la migración y la seguridad fronteriza; el Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC); la Cooperación en Seguridad y Narcotráfico, sin dejar de lado los acuerdos en relación con el Cambio Climático y Energía, así como la interacción social y cultural y la Salud Pública, entre otros.