
Antonio Sánchez González.
La comunidad médica está preocupada por la difusión de prácticas de atención no convencionales dentro de los hospitales.
Desde hace varios años, diversas organizaciones de profesionales de la medicina alrededor del mundo y algunos gobiernos a través de sus ministerios de salud se preocupan por la influencia de los movimientos sectarios en el campo de la salud, a través de las prácticas de cuidado no convencionales. Como ejemplo, el ministerio de salud francés publicó hace un par de días en un nuevo informe, menciona su “preocupación” porque cada vez se ofrezcan más dentro de los establecimientos sanitarios, a través de lo que ha dado en llamarse “cuidados de apoyo”.
La comunidad médica está preocupada por la difusión de prácticas de atención no convencionales dentro de los hospitales: a propósito, un gran número de las quejas recibidas se refieren a la banalización de estas prácticas dentro de los establecimientos de salud, que no siempre van acompañadas de advertencias o supervisión médica. Esto plantea el problema de informar al paciente, que puede tener dificultades para “tomar sus decisiones conscientemente cuando no siempre es capaz de distinguir a un profesional de la salud de un pseudoterapeuta.
Estas prácticas, a menudo descritas como “medicina alternativa”, “complementaria“ o incluso “holística”, son en realidad medicina solo de nombre y la mayoría no han sido validadas científicamente. Ponerse en contacto con un profesional de la salud con un diploma reconocido por el Estado no siempre es una garantía: como un ejemplo, en nuestro país son los psicólogos y los médicos generales quienes representan más de la mitad del total de las solicitudes de información sobre las aptitudes de un profesional en particular en el ámbito de la salud. Sin embargo, hay que tener cuidado, esto no significa que sean responsables de la mitad de los abusos: de hecho, podemos suponer que son denunciados más fácilmente por los pacientes que recurren a este tipo de profesionales precisamente porque no tienen proclividad por los cuidados no convencionales.
Últimamente, después del inicio de la pandemia de COVID19, el problema se acentuó con la existencia de centros de bienestar donde los profesionales de la salud y de quienes pretenden servir para lograr un estado de bienestar pueden codearse sin ninguna distinción franca y evidente para el usuario y los pacientes. Debe recordarse que, en el caso mexicano y en el de la mayoría de los países del mundo occidental, las leyes prohíben explícitamente que, en las instalaciones médicas, como consultorios y hospitales, compartir esos espacios de trabajo con cualquier persona que no sean profesionales de la salud o auxiliares médicos a la hora de tratar a un paciente. Así, la Organización Mundial de la Salud recomienda que se prohíba el uso compartido de estos locales con personas “que ejerzan una profesión cuyos contornos están mal definidos (en particular aquellos que ofrecen prácticas asistenciales no convencionales), que no está sujeta a normas éticas, y para la que la presencia de médicos probablemente serviría de garantía y de mantener la confusión en la mente de los pacientes sobre su campo de actividad”.
En los establecimientos de salud, estos excesos a menudo ocurren a través de la atención de apoyo, particularmente en oncología. Y si bien estas prácticas se han popularizado en los últimos 5 años, atizadas por la infodemia que corrió como reguero de pólvora en las redes sociales en los días más tristes de la epidemia que recién vivimos, estas prácticas no convencionales están en los hospitales desde finales de la década de 1970, cuando se fueron poniendo de moda las primeras consultas de homeopatía y acupuntura, pero “se están desarrollando a un ritmo acelerado y hoy en día, es común encontrar sesiones de Reiki, magnetismo o ‘tazón tibetano’ en los establecimientos de salud pública. Los pacientes con cáncer representan más de la mitad de todas las quejas formales al respecto. Pero, igualmente la osteopatía, la quiropráctica, hipnosis, mesoterapia, auriculoterapia, ayuno, crudiveganismo, medicina antroposófica, homeopatía, tanatología, están en agrio debate, algunas ya dentro de los hospitales.
La verdadera respuesta es confiar en lo comprobado, dar recursos a la investigación, continuar con las evaluaciones, confiar en el trabajo social, no descuidar la salud mental, mejorar la prevención y mantener a raya a los grupos de presión que tratan de torcer la práctica médica, ya provengan de empresas farmacéuticas o promotores de prácticas esotéricas, costosas y a veces peligrosas.