Antonio Sánchez González.
En ocho de cada diez casos, la aparición de la enfermedad cardiovascular puede evitarse o retrasarse gracias a un estilo de vida más saludable.
6:30 de la mañana. Suena el despertador mientras aparece en la pantalla el inconfundible trazo verde de un electrocardiograma. De fondo, latidos regulares del corazón y voces de niños, luego tacones haciendo ruido en la acera, un claxon, notificaciones en el teléfono: correos electrónicos de clientes, mensajes de texto de familiares, una llamada perdida de la escuela de los hijos. La línea verdosa es cada vez más errática. Los tacones corren por el pavimento. El electrocardiograma entra en frenesí. La puerta de la casa se abre. Luego un ruido sordo, el de una persona que se desploma. “¿Mamá?”
Este vídeo, que dura un par de minutos, es deliberadamente impactante y sirve de apertura a una conferencia de la fundación Agir pour le cœur des femmes hace una semana en un centro de convenciones lleno de personal de salud -médicos y enfermeras de primer contacto-. El objetivo: alertar otra vez a las mujeres sobre los riesgos cardiovasculares que las amenazan y que aún están subestimados. Sin embargo, en todo el mundo las cifras hablan por sí solas. Mientras que cada día en México por cada mujer que muere en un accidente de tráfico y 15 pierden sus vidas por cáncer de mama, 100 mueren por enfermedades cardiovasculares.
Los vídeos en la reunión de médicos continúan, “Un hombre con cabello blanco cae en la calle e inmediatamente pensarás en un paro cardíaco. Si alguien en la escena está entrenado, le hará un masaje cardíaco. Pero si una mujer de 50 años se derrumba sin sentido, pensaremos que tiene un malestar vagal. Y no le daremos maniobras de reanimación cardiovascular, porque tiene pechos. Señores, han perdido una oportunidad de salvar la vida de una persona”, resume una voz masculina en el fondo de la escena.
En diversas regiones del mundo occidental, organizaciones profesionales de médicos, organismos no gubernamentales y los sistemas de salud de la mayoría de estos países y profesionales de la salud voluntarios ofrecen conocimiento, difusión en medios de comunicación y campañas de evaluación cardiovascular completa a las mujeres. Los resultados de esas campañas revelan que nueve de cada diez mujeres tienen al menos dos factores de riesgo cardiovascular.
A pesar de estos esfuerzos, las mujeres son diagnosticadas tardíamente y menos atendidas que los hombres, con tratamientos que no tienen suficientemente en cuenta las especificidades de su metabolismo, en particular en relación con el estado hormonal (anticoncepción con estrógenos, embarazo y posparto, menopausia).
Sin embargo, en ocho de cada diez casos, la aparición de la enfermedad cardiovascular puede evitarse o retrasarse gracias a un estilo de vida más saludable (ejercicio, reducción de la ingesta de sal, etc.) y a un seguimiento médico periódico. Y es necesario hacer campaña para la prevención de la enfermedad cardiovascular en todas las fases clave de la vida hormonal de las mujeres: la anticoncepción, el embarazo y la perimenopausia. Y si bien estos factores de riesgo afectan a todas las mujeres independientemente de su código postal, la enfermedad cardiovascular se ceba especialmente en contra de las mujeres de estratos desfavorecidos. Tanto para hombres como para mujeres, si bien existen factores de riesgo inmutables (herencia, edad avanzada), otros son modificables o prevenibles: tabaco, colesterol, hipertensión, diabetes, obesidad abdominal, sedentarismo, estrés en particular. Las mujeres tienen otros factores de riesgo específicos, como la endometriosis, el síndrome de ovario poliquístico, pero también la migraña con aura.
Por último, estar atento a los síntomas de advertencia de un paro cardíaco puede salvar vidas. En las mujeres, los más comunes son la fatiga severa durante el ejercicio, la dificultad para respirar, las náuseas y el dolor de estómago, que a menudo ocurren antes del dolor torácico intenso.
Con la ingente carga que significa para la enfermedad cardiovascular para el sistema de salud mexicano y para cada familia en nuestro país y en Zacatecas, seguramente es necesario ponerle la atención pública tanto como al cáncer de mama.