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antonio sanchez gonzalez

Aranceles, adicciones y Medicina

Aranceles, adicciones y Medicina

Antonio Sánchez González.

Para el desarrollo de los tratamientos del trastorno por consumo de drogas se requieren estrategias tanto de corto y largo plazo.

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28 de febrero 2025

Han pasado media centuria desde que el gobierno de los Estados Unidos lanzó una “guerra contra las drogas” y 50 años desde que el resto de las naciones la siguieron, y en ese mismo tiempo ha quedado claro el fracaso de las políticas de mano dura contra el consumo de drogas y el crimen relacionado, incluidas las leyes que determinan prisión para el individuo que es hallado en posesión de drogas ilícitas. Mientras tanto, la medicina ha ido solidificando los avances en el reconocimiento del Trastorno por Consumo de Sustancias (TCS) como una afección médica tratable y ha desarrollado farmacoterapias y tratamiento conductual que salva esas vidas que las políticas apuntan con el dedo.

Para el desarrollo de los tratamientos del trastorno por consumo de drogas se requieren estrategias tanto de corto y largo plazo. Muchos protocolos con fundamento científico riguroso se basan en intervenciones que generalmente duran pocas semanas. Sin embargo, el aumento de la probabilidad de una remisión sostenida a menudo requiere años de esfuerzos complementarios que aborden las necesidades sociales más amplias de los enfermos junto con la atención médica continuada.

Cuando una persona con TCS inicia el tratamiento de esta enfermedad, la situación puede compararse con la de una barca hundiéndose en el mar, con los médicos que implementan intervenciones críticas a corto plazo para achicar la entrada de agua a borbotones. Sin embargo, después de que se logra mantener el bote a flote, es necesario prestar atención a las velas y al viento para que estos enfermos reconstruyan sus vidas en aguas más seguras que ayuden a evitar que se abra de nuevo un agujero en la quilla. Las políticas fundadas en la criminalización del consumo de drogas, como las que conducen a arrestos por la simple posesión, en la inmensa mayoría de los casos impiden el acceso a los recursos sanitarios y sociales necesarios para comenzar la cura (por ejemplo, al impedir que estas personas consigan oportunidades de empleo y educación) y la vinculación a entornos de apoyo y servicios a largo plazo y la creación del medio necesario que facilite la curación y reduzcan el riesgo de recurrencia.

En consecuencia, en los mismos Estados Unidos, se ha desarrollado una red creciente y rentable de servicios de apoyo a la recuperación y el mantenimiento a largo plazo de la salud de los afectados que incluyen una muy diversa lista de elementos, entre ellos organizaciones de ayuda mutua, asesoramiento para la recuperación, manuales de procedimientos de los departamentos de emergencia destinados a ello, residencias de recuperación que proporcionan entornos de vida seguros para esas personas que comienzan su recobro y la reciente creación de centros de apoyo para la recuperación que ofrecen una “ventanilla única” para diversos recursos y servicios que pueden facilitar la curación y la reinserción en entornos educativos y laborales.

Los datos de protocolos de investigación confirman el valor de los servicios de apoyo a la recuperación como extensiones de los servicios clínicos y un análisis reciente proyectó que, si bien un mayor acceso a recursos que sirven en los momentos de crisis, como el acceso a opiáceos en entorno seguro, los servicios de reducción de daños centrados en el fentanilo y la disponibilidad inmediata de antagonistas de drogas como el que sirve para salvar vidas en el momento de urgencia, prevendrían muchas sobredosis mortales de opioides a corto plazo (herramientas de las que carecemos en México), mientras los servicios de apoyo a la recuperación serían la intervención más eficaz para reducir la recurrencia del trastorno por consumo de opioides después de la remisión inicial.

Entre otros elementos, estos hitos científicos marcan una nueva fase en la comprensión de la sociedad sobre el TCS. Durante los últimos 50 años, en algunas regiones del Mundo (lamentablemente, no en México), en algunos sectores de la sociedad y de la comunidad científica, los enfoques para abordar el trastorno por consumo de drogas se han ido alejado del sistema penal para acercarse a la clínica, y ahora están cambiando hacia una mayor integración entre la clínica y la comunidad. Aunque es primordial que se produzcan reformas en las políticas de drogas, -y ha habido ejemplos de recriminalización y retrocesos en las políticas de salud pública- a partir de tales elementos que refuerzan la necesidad de seguir avanzando en la estabilización clínica y otras intervenciones médicas y comunitarias. En México, igual que empieza a suceder en el resto de planeta, es esencial incorporar los servicios de apoyo a la recuperación como un componente de la infraestructura de tratamiento de los enfermos de TCS. Hacerlo podría ayudar a reducir la susceptibilidad de las personas a la recurrencia del trastorno por consumo de drogas al mantener seca la barca y aumentar las probabilidades de que algunos de los miembros más vulnerables de la sociedad no solo sobrevivan, sino que en última instancia prosperen.

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