“Educar para la tolerancia”: expresión redundante

Simitrio Quezada.
Simitrio Quezada.

Requerimos más personas comprometidas con una educación integral. Más personas que hagan ver a estas generaciones que la ambición, la alevosía, el derroche y la simulación son parte del problema.

“Educar para la tolerancia” debería ser considerada expresión redundante. Si no es para tolerar, entonces ¿para qué se educa? La instrucción en el fanatismo no es educación, sino adoctrinamiento.

Educar, más que instruir, más que llenar de conocimientos, debe implicar la formación de personas dispuestas a comprender la realidad desde cualquier trinchera. Perdamos el miedo a asumir la postura del otro por el riesgo mal entendido de quedar estacionados en esas otras ideas. A fin de cuentas, son múltiples y muy diversas las percepciones de esta realidad; incluso de lo imaginario.

Educar debe implicar la comprensión de lo pensado, sí, pero también la comprensión del otro, sobre todo de ese otro que no busca lo mismo que yo… e incluso quien busca lo contrario de lo que busco yo.

Quien de veras está educado tolera, aunque no comparta. Quien realmente ha vivido el proceso de educación sabe debatir y encontrar en el debate las mejores oportunidades para mejorar sus argumentos, convicciones y lucha.

Requerimos más personas comprometidas con una educación integral. Más personas que hagan ver a estas generaciones que la ambición, la alevosía, el derroche y la simulación son parte del problema.

Dentro de nuestros procesos educativos, debemos insistir en que no debe tolerarse la impunidad. Ella es al tiempo tremenda erosión para la comunidad; colmo de la irresponsabilidad de los responsables de procurar justicia; mayor daño que terminan por tolerar las víctimas.

Debemos recalcar que no debe campear en nuestros entornos esa alteración llamada violencia, por más minúscula que sea.

Educar implica formar personas aptas para comprender, desde posiciones diversas, lo pensado.

Debemos educar, más que para situaciones de armonía, para la búsqueda conjunta de situaciones de armonía.

Debemos educar de tal modo que nuestros hijos y nietos resuelvan óptimamente los problemas que se les presenten.

Debemos educar en la integridad y el respeto, la tolerancia y la creatividad, la autoestima y el trabajo en equipo.

Nuestros juicios se basan generalmente en lo que conocemos. Más bien, en lo que creemos conocer. Por ello, si conocemos poco, si poco nos educamos, nuestro juicio puede ser estrecho. Si mucho conocemos, si nos educamos mucho, podemos ser más tolerantes.

 

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