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Luis Fernando Ojeda Ánimas

Con… Ciencia. La soledad y las redes sociales

Con… Ciencia. La soledad y las redes sociales

La conexión digital ha transformado significativamente la manera de relacionarnos, aunque no siempre para bien.

Luis Fernando Ojeda Ánimas
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7 de octubre 2025

La gran contradicción de este tiempo resulta evidente; nos encontramos más conectados que nunca, y al mismo tiempo, más solos. Las redes sociales nos aperturan ventanas al mundo, los teléfonos inteligentes nos acompañan en todo momento y los mensajes instantáneos nos dan la oportunidad de comunicarnos con cualquiera en segundos. Sin embargo, el número de personas que se sienten deprimidas, aisladas o con una profunda sensación de vacío sigue en aumento.

La conexión digital ha transformado significativamente la manera de relacionarnos, aunque no siempre para bien. Contar con cientos o miles de “contactos” en línea no significa tener una red sólida de apoyo emocional, Un “me gusta” dista muchísimo de reemplazar una palabra de aliento y un comentario rápido en una publicación de ninguna manera sustituye el gratificante entorno de una conversación frente a frente. La vida virtual, aunque rápida y dinámica, con gran frecuencia es superficial y deja a un lado la profundidad que requerimos los seres humanos para realmente sentirnos acompañados.

Especialistas en psicología y comportamiento humano hablan de una “epidemia de soledad” que se presenta principalmente en grandes ciudades, en donde paradójicamente las personas se encuentran rodeadas de multitudes y se llegan a sentir más solas que nunca. Los espacios compartidos han sido invadidos de pantallas, familias reunidas en silencio cada uno atendiendo mensajes en su celular, amigos en un café más preocupados por enviar una foto instagrameable que de la plática misma. La cercanía física ya no es garantía de una conexión emocional.

Pero, la soledad no es un problema; de hecho, se puede convertir en una oportunidad para la autorreflexión y el encuentro con uno mismo; un espacio muy propicio para encontrar la calma, la reflexión y la imaginación creativa. El problema se encuentra cuando la soledad se convierte en un aislamiento no deseado, es decir, ese momento en el que la ausencia de vínculos significativos llega a afectar la salud mental, la autoestima e incluso la salud física. Recientes investigaciones en psicología muestran que la soledad crónica afecta mediante un impacto dañino tanto como fumar o la ausencia de ejercicio.

La cuestión es que, en una era hiperconectada, ¿cómo recuperar vínculos genuinos? En esta era que se caracteriza por la velocidad, lo que más necesitamos son pausas para charlar sin pausa, para compartir un silencio sin distracciones y para mirar a los ojos. Un mensaje de texto puede resultar muy útil, pero nada se compara con la emoción de escuchar con atención en persona. Al final, la verdadera conexión no depende de la cantidad de mensajes que enviamos, sino de la calidad de los instantes que compartimos de manera presencial. En tiempos de hiperconexión el reto es tan sencillo como complejo, volver a disfrutar de ser humanos entre humanos.

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