Verano peligroso

El verano es la temporada que muchos acostumbran a aprovechar para tomar unas buenas vacaciones. Diría Joaquín López Dóriga: “tal vez no merecidas, pero sí muy necesarias”. Pasar unos días en un bonito y pintoresco rancho, sumergirse en el agua tibia de una alberca junto al mar o tomar un avión para ir a admirar el maravilloso legado cultural que se inmortalizó en el viejo continente. Va dependiendo de cada cartera. Y parece que es también la temporada para que los paparazis hagan su agosto entrometiéndose en la vida privada de los famosos.

Por estos días han ventaneado a un par de políticos del partido reinante desatando todo tipo de memes, comentarios y reportajes. Yo le voy a dar mi punto de vista al respecto.

Todos tenemos derecho a descansar, a conocer, a pasearnos. Y, mientras no pasemos por encima del derecho de alguien, a hacer con nuestras vidas lo que se nos venga en gana. Lo que para unos podría resultar un derroche, para otros -los que tienen con qué- podría tratarse de una bagatela. A mí no me escandaliza el que un político sea visto en países lejanos o sentado a la mesa de restaurantes caros, como no me escandalizaría ver al CEO de un importante corporativo o al dueño de un pequeño negocio de mi localidad. Pero le voy a decir qué es lo que sí me escandaliza y me indigna, porque lo considero inmoral.

Primero, que se trate de un político que ha hecho votos de pobreza suscribiendo un acuerdo de “austeridad republicana” con el que se constituyó otra de las grandes mentiras con las que se ha engañado al pueblo de México para lograr la hegemonía en el poder con que ahora -insisto- reinan. Venir en campaña a tomarse fotos con viejitas humildes afuera de sus casas de cartón regalándoles una despensa, abrazándolas y besándolas aparentemente conmovidos, y jurándoles por el osito Bimbo que van a “combatir” su pobreza con tal de ganar su voto, para luego burlarse de ellas y de todos los demás en esa misma condición llenándose las manos de dinero de forma muy cuestionable para ir a nadar en escenas de opulencia, es de los actos más deleznables de que puede haber cuenta.

Y la cosa no queda ahí. Cuando los “cachan” salen a las redes y a los medios a darse baños de pureza diciendo que aquello es mentira, que no fueron a tal o cual lugar y que todo es una “persecución política” de sus “adversarios” y si acaso alguno lo acepta (una parte, porque no todo) asegura que lo hizo con “recursos propios” tratando otra vez de tomarle el pelo al “pueblo sabio” que creen que en su “sabiduría” ignora cuánto ganan y cuánto cuestan las cosas que compran y los lugares a los que van.

Su pecado no es vivir como ricos. Es seguir engañando al que los hace vivir como tales.

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