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juan carlos ramos leon

Buenos días

Buenos días

Juan Carlos Ramos León.

¿Alguna vez ha reparado usted en el por qué saluda a otros con un ‘buenos días/tardes/noches’?

Juan Ramos León
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11 de agosto 2025

Los buenos días se construyen poco a poco. La rutina es un villano silencioso que amenaza con convertir nuestra vida en un calvario. Pero hasta el camino más agreste y difícil puede lucir agradable si se plantan flores y árboles a su vera.

¿Alguna vez ha reparado usted en el por qué saluda a otros con un ‘buenos días/tardes/noches’? En realidad les está deseando que todo marche bien, que su tiempo -que se va y no vuelve- no se desperdicie, sino que les aproveche para ser mejores personas, más prósperas y felices. Así es. Ese pequeño gesto que siempre nos ha parecido a todos más un formalismo extraído del “Manual de Carreño” entraña un profundo significado, hasta para uno mismo. Con esa expresión se desea a los demás lo que a su vez se anhela para uno mismo.

Y es que no hay peor sensación que la de llegar a casa en la noche y decir “tuve un mal día”. Día en el que no sólo no se avanzó, sino que se considera haber retrocedido; día en el que todo pareció salir mal y ya lo único que se desea es cerrar los ojos y abrirlos con un nuevo sol. Y días como esos habrá muchos, ojalá que no sean los más. Pero permítame decirle que se puede evitar que muchos de esos malos días terminen así o incluso transformarlos en buenos, si se toman algunas sencillas prácticas que pueden matizar el gris del que se pintan.

Yo le recomendaría comenzar su día cantando. Puede parecer ridículo, pero ¡no sabe cuánto ayuda! Casi todos lo primero que hacemos es abrir la llave del agua caliente de la regadera para ducharnos. Mientras el agua calienta, ponga su playlist favorita y saque al artista que lleva dentro. En verdad ¡funciona! Concédame el beneficio de la duda. Inténtelo durante una semana. Si no le acomoda, cámbielo por un podcast o algo que le inyecte alegría, optimismo. Pero, por favor, no ponga las noticias. Todavía no.

Segundo: realice un rito con el que haga presente de forma sensible -de preferencia- el motor de su vida, aquella razón que lo mantiene de pie, el propósito por el que se levanta cada día a luchar. Generalmente -claro está- se tratará de sus hijos o de su esposa(o); vaya, béselos y abrácelos, o si por alguna razón no están cerca, entre a sus cuartos o tome su fotografía, eleve una plegaria y sonría. Eso, sin duda, le dará mucha fuerza.

Tercero: Voltee hacia arriba, al Cielo, en donde muchos creemos que está Dios. Al final, fue Él quien le creó y será a Él a quien regrese. ¿Por qué no permitirle que le acompañe en el camino? Si se tiene aunque sea un poquito de fe -dicen por ahí- se pueden mover montañas y no hay nada mejor que sentir su cálida mano apretando la propia.

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