
Juan Carlos Ramos León.
Estas son las características de las personas minimalistas, descubre si conoces a alguna.
Siempre he sido partidario del estilo arquitectónico minimalista. Del minimalismo, en lo general, para acabar pronto. No lo sé, son quizás esos trazos simples, colores claros, de temperaturas más bien frías, que crean atmósferas -yo llamaría-transparentes -o diáfanas- que permiten que luzca cualquier objeto que se coloque en sus espacios, lo que me atrae.
Y tal vez sea por eso por lo que me atraen las personas simples. Me permitiré llamarlas, para efecto de esta reflexión: “personas minimalistas”.
¿Cómo son las “personas minimalistas”? Primero, en efecto, son simples. Su “sí” es sencillamente un “sí” y su “no”, un “no”. Sin matices ni argumentos rebuscados que le sacan la vuelta a todo para terminar llegando al mismo lugar. Es bien fácil tratar con ellas y siempre, siempre se les agradecen su franqueza y verticalidad de afirmaciones.
Segundo: son claras. Gracias a su simpleza que les hace irse sin rodeos no hay muchas explicaciones que pedirles. Lo que es, fue y punto. Son bien precisas en sus argumentos, serenas en exponerlos y seguras en sus posturas. Hay quienes les recriminan por ser tan “directas”, pero habemos muchos quienes sinceramente se los agradecemos.
Tercero: son transparentes. No les ves doblez. No hay medias tintas, secciones ocultas ni dobles caras; es igual de sencillo ver lo que hay dentro de ellas que lo que se ve a través de ellas. No roban la atención en donde están, pero, para los que las apreciamos, se distinguen de inmediato: la suma de su simpleza, claridad y transparencia atraen como magneto y retienen con encanto.
¿Qué es lo que hace a una “persona minimalista”? Sin duda la seguridad en sí misma, proveniente de un balance casi perfecto entre conocimiento, habilidad y experiencia. Una “persona minimalista” no “blofea” nunca. Si afirma algo es porque está segura de ello y si no está segura de algo, reconoce su ignorancia sin reparos ni remordimiento. Si no domina un tema de conversación es educada y sonríe pero sabe guardar silencio y encontrar la forma de conducir la discusión hacia terrenos que le resulten más conocidos.
Esa seguridad en sí misma le permite no tener que aparentar ante nadie, ni para ser aceptada ni, mucho menos, reconocida. Le importan otras cosas como seguir en paz y disfrutar la ocasión. Podría llegar a parecer ante los ojos de los demás un tanto introvertida, cerrada y, quizás, hasta arrogante. ¡Claro! A nadie le gusta toparse de frente con quien tal vez le supera en muchos ámbitos; depende de las propias seguridades, claro está.
Para la “persona minimalista” la congruencia es algo totalmente natural; le resulta difícil actuar o exhibir a un alguien diferente a quien es o realizar actos con los que no se identifica. No es nunca una persona de doble moral, queda claro. Para una “persona minimalista” no resulta nada difícil hilar entre sus propias convicciones, aquello que expresa y como actúa.