
Juan Carlos Ramos León.
Estoy seguro de que en algún momento lo que quedaba de conciencia en ti te reclamó que no lo hicieras, pero optaste por callarla porque había mucho en juego…
El derecho a matar en México se aprueba en los congresos locales con el simple gesto de levantar con gallardía la mano por parte de un grupo de personas. Movidas, quizás algunas por una convicción que yo sigo sin entender, otras, estoy seguro, la mayoría de ellas, porque así se los mandata su patrón que para eso les paga y que, o bien les da igual o no les quedó de otra por lo mismo. El caso es que, creyendo que le están haciendo un bien a alguien están abriendo la puerta para que la masacre silenciosa más horrible y grotesca que puede existir acceda entre vítores de júbilo a aposentarse como una práctica legal.
Veo tu gesto, diputado que aprobaste la despenalización del aborto en Zacatecas el pasado miércoles 20 de noviembre de 2024 y, aunque mis convicciones me dictan lo contrario, no puedo dejar de sentir repugnancia; sobre todo porque estoy seguro de que en algún momento lo que quedaba de conciencia en ti te reclamó que no lo hicieras, pero optaste por callarla porque había mucho en juego: tu carrera política, tus vacaciones en el extranjero, los nuevos bienes que ya te has apalabrado, la escuela de tus hijos en colegios privados y una atención médica de primer nivel. No como la de los pobres a quienes doraste la píldora para que los eligieran a ti o a tu partido porque o entraste por el voto o entraste de a gratis; no, la de esos no, es poca cosa para ti, tú tienes clase; a esos las migajas que caerán de tu mesa, a lo mucho. Traté de hacerte entrar en razón pero me ganaron el dinero y el poder y es que contra ellos es poco lo que puedo hacer con mis débiles argumentos cuyos fundamentos nunca comprenderías aunque quisieras y lo intentaras porque es mucha tu codicia y tu consecuente ceguera ante la razón y la verdad. Ya no te acuerdas de ellas, ¿verdad? ¿Alguna vez las conociste? Son las mismas por las que, otrora, grandes hombres y mujeres dieron la vida, de una vez o de a poco, entre ellos quizás tus padres o tus abuelos quienes, por cierto, no creo que se sientan muy orgullosos ahora.
En Zacatecas ya es legal matar. Por fin veintiún verdugos decidieron por usted que lo que se gesta en el vientre de una mujer antes de las doce semanas puede “eliminarse” sin remordimientos ni castigos. En lugar de diseñar un plan para educar a la sociedad a prevenir el producto de un embarazo no deseado le están diciendo: “mátalo”, la ley te protege. Y esa, créamelo, es una culpa que no quisiera yo cargar sobre mis hombros. No, al menos, porque, en mi caso, no podría yo dormir siquiera sabiéndome cómplice, no de uno, sino de un indeterminable número de asesinatos que serán perpetrados por sólo haber levantado la mano.