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juan carlos ramos leon

Ingobernable

Ingobernable

Juan Carlos Ramos León.

Ingobernable es que no se puede mandatar con autoridad, no se puede dirigir, se deja al caos y expuesto a la asunción de liderazgos ilegítimos y no bienintencionados.

Juan Ramos León
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7 de octubre 2024

Las acciones violentas del crimen organizado siguen en franco crecimiento, así como el dominio y la influencia territorial de sus actividades. Cada día las noticias sobre lo que acontece en uno y otro estados, en poblaciones y carreteras, dejan muy en claro que el problema se ha salido de control a las autoridades de todos los órdenes de gobierno y a todos los cuerpos de seguridad. Así, el término “ingobernable” dista mucho de ser una mera etiqueta periodística: México se ha tornado ingobernable de verdad.

En Sinaloa prevalece la guerra en las calles, las balas no encuentran límite en las proximidades de escuelas, hospitales o zonas habitacionales y las carreteras han sido escenario de bloqueos, incendios y masacres. El centro del país también se ha vuelto complicado: estados como Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Zacatecas y Aguascalientes tienen que presenciar cada vez más episodios de terror tales como asesinatos multitudinarios en reuniones -incluso funerales-, colgados en los puentes o mutilados en los basureros, fosas clandestinas, bloqueos carreteros, incendios de comercios y automóviles, secuestros… Cualquiera que ponga en la TV una película postapocalíptica podría identificar estas señales como el camino que ahí atravesaron para llegar a esa condición.

Ingobernable es que no se puede mandatar con autoridad, no se puede dirigir, se deja al caos y expuesto a la asunción de liderazgos ilegítimos y no bienintencionados. Y luego una cosa trae consigo a la otra: no hay más remedio para la población indefensa que alinearse a esas líneas de autoridad para subsistir: desde jóvenes que se unen a las filas del crimen hasta empresarios y comerciantes a los que no les queda más remedio que pagarles tributo para que los dejen en paz y los “protejan”.

Estamos cosechando los frutos de lo que sembramos -o dejamos de sembrar- desde muchas generaciones atrás. La laxitud o tibieza con que algunos padres vinieron educando a sus hijos -o el total abandono de los mismos- los deficientes sistemas educativos y su politización, la politización de todo en sí, el secuestro de instituciones y grupos para el servicio de intereses políticos de una u otra facción y el dar la espalda a los reclamos de asociaciones altruistas y religiosas sobre estas omisiones nos han estado pasando factura y pareciera que el pasivo asumido no tiene para cuando terminar de pagarse.

Cuando la autoridad es rebasada es necesario el uso de la fuerza, nos guste o no. Y yo creo que, en esta materia, se ha actuado con muchísima tibieza. Es necesario ya que la autoridad se dé cuenta de que no le queda más autoridad y de que los grandes estrategas militares -sí, militares- diseñen una estrategia apropiada para recuperar el terreno cedido a los criminales. Y que opere lo mismo en la educación y formación de las próximas generaciones, es decir, una estrategia efectiva de contención para el presente y otra de planeación para el futuro. No hay más.

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