
Juan Carlos Ramos León.
Un amigo me comentó una vez: “las redes sociales les dieron voz y espacio a quienes no estaban preparados para tenerlos”.
La incomprensión humana puede alcanzar niveles realmente escandalosos. Y es que ya no existe el más mínimo interés entre las personas por tolerarse un poco, respetar los derechos del otro y ser considerados ante la desgracia de algunos, las figuras de autoridad ni el dolor ajeno.
Trate usted alguna vez de compartir en las redes sociales algún comentario sensato sobre determinada noticia, acontecimiento o reportaje y verá como se le van encima como un cardumen de pirañas. Luego intente debatir y se convertirá en el blanco de todo tipo de ofensas, humillaciones y hasta amenazas a su persona.
Póngase a revisar -sin ser usted quien opine- los comentarios que se dan sobre determinada publicación. Quizás alguno pretendió verter una tímida opinión sobre la materia pero no tardará en darse cuenta de que el 98% de todo lo que ahí se va a encontrar será un intercambio de insultos, agresiones y comentarios vulgares y obscenos que se salen completamente de contexto y que no tienen absolutamente nada que ver con la publicación original que acabó siendo un mero pretexto para dejar salir lo peor de los peores.
Un amigo me comentó una vez: “las redes sociales les dieron voz y espacio a quienes no estaban preparados para tenerlos”. No que no tengan derecho a expresarse, pero hasta para eso hay reglas y todos tenemos derecho a ser respetados por los demás y la obligación de respetarlos a ellos.
Le platico todo esto porque se me ocurrió emitir un comentario dentro de una publicación de un reconocido diario de circulación nacional que hablaba sobre la despenalización del aborto en el Estado de Nayarit. Para qué quiere que le cuente cómo me fue. Quitando todas las agresiones e insultos de los que fui objeto, llamaron mi atención varios comentarios de quienes afirmaron que “yo no tenía derecho a opinar”. Tal parece entonces que ya hay quienes se consideran autoridad en la materia a grado tal que pueden conceder o negar sobre el derecho a opinar según sea el caso (es decir, según si se opina como ellos o no).
Otro caso fue una publicación reciente sobre la salud del Papa Francisco cuyo titular señalaba: “Prescriben Reposo al Papa Francisco”. De cada diez comentarios nueve se realizaban para burlarse u ofenderlo con argumentos tales como: “¿Y de qué reposa”, llegando algunos inclusive a mencionar: “que descanse en paz de una vez”. Vergonzoso y lamentable.
Yo creo que estos niveles de incomprensión encuentran su mayor sustento en el gran resentimiento que sufren la mayoría de las personas; en contra de alguien o de algo, del sistema, quizás, pero el caso es que quien vive con la consigna de “no es quien me la hizo sino quien me la pague” es una bomba de tiempo para la paz y la cordialidad que son básicas para toda convivencia humana.