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juan carlos ramos leon

El precio de un error

El precio de un error

Juan Carlos Ramos León.

Aquellos errores que tanto nos arrepentimos de haber cometido, han traído sus consecuencias. Unas más graves que otras, pero todas dolorosas.

Juan Ramos León
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21 de julio 2025

Todos alguna vez hemos cometido un error del que nos arrepentimos profundamente y hemos llegado a desear con todas nuestras fuerzas volver el tiempo atrás para tomar la decisión que consideramos habría sido la correcta. TODOS.

Ese error, o, mejor dicho, aquellos errores que tanto nos arrepentimos de haber cometido, han traído sus consecuencias. Unas más graves que otras, pero todas dolorosas.

Recientemente, durante un concierto del grupo inglés Cold Play, en la ya popular dinámica que se da en eventos masivos denominada “kiss cam” fue sorprendida una pareja en un cariñoso abrazo que no traería mayores consecuencias si no hubiera sido porque quienes protagonizaron aquello fueron un hombre y una mujer quienes resultaron rápidamente identificados como altos ejecutivos de una importante empresa de inteligencia artificial siendo infieles a sus respectivos cónyuges. Se autodelataron de inmediato en la escena y el escarnio público no se hizo esperar. Se viralizaron memes y ha habido quienes tomaron el gráfico como estrategia publictaria: Lo que sucede en las redes sociales difícilmente se contiene.

¿Cuál fue su error? ¿Ir juntos al concierto? ¿No ser más discretos? ¿La decisión -tomada, seguramente, tiempo atrás- de sostener un romance? Juzgue usted. El caso es que las consecuencias que ese error -o esa cadena de errores- trajeron consigo van a cobrarles factura durante algún tiempo. Y va a ser dolorosa.

Yo creo que, si todos nos detuviéramos a pensar en el alto precio que podríamos tener que llegar a pagar como consecuencia de nuestras decisiones, nos evitaríamos “desembolsos” innecesarios. Nuestras vidas pueden quedar afectadas para siempre y, con ello, las de muchos más. Es bien fácil juzgar a otros, pero si aplicáramos un poquito más de ese rigor con el que lo hacemos hacia los demás en juzgarnos a nosotros mismos, otro gallo nos cantaría aunque, claro está, siempre se ha dicho que “nadie experimenta en cabeza ajena”. Pero yo también le digo que si esto no nos es de alguna utilidad para el efecto de medir un poco más nuestros propios impulsos entonces corremos el riesgo de pagar un precio que quién sabe si contaríamos con la solvencia moral para hacerlo.

Siempre se puede ‘volver a empezar’ pero, ojo, no siempre se tienen las fuerzas para hacerlo. Así que, de ahora en adelante, tómeme este buen consejo: si va a edificar algo asegúrese de que cuenta con el poder suficiente para terminarlo, no vaya a ser que lo deje a medias y entonces ni para atrás ni para adelante y en menudo lío se va a encontrar. Estoy seguro de que estas palabras le resultan familiares.

No hay como ir por la vida sin dejar puertas abiertas detrás. Porque el que la hace tarde o temprano la paga, y los errores del pasado siempre pasan factura y cobran intereses. A veces, si algo le dice “que no” pues entonces es porque, quizás, lo mejor sea que “no”.

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