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Jairo Mendoza

Los desafíos de la movilización de la Generación Z

Los desafíos de la movilización de la Generación Z

Jairo Mendoza.

La Generación Z representa una ciudadanía joven, hiperconectada y en constante búsqueda de un lugar en los asuntos colectivos.

Jairo Mendoza
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19 de noviembre 2025

Las recientes movilizaciones en diversas ciudades del país, protagonizadas por jóvenes y no tan jóvenes han abierto un debate ineludible sobre la forma en que las nuevas generaciones se expresan y participan en la vida pública. La Generación Z representa una ciudadanía joven, hiperconectada y en constante búsqueda de un lugar en los asuntos colectivos. Su presencia en las calles es un recordatorio valioso de que los gobiernos (sea de cualquier color) no pueden ignorar las preocupaciones de quienes heredarán los retos del mañana. Sin embargo, es igualmente cierto que su movilización dejó puntos que merecen una reflexión seria.

El primer aspecto es la violencia registrada en algunos momentos. Aunque la mayoría de los manifestantes ejerció su derecho legítimo a protestar, la irrupción de grupos que optaron por confrontaciones directas o daños materiales desvió la atención del mensaje central. La protesta pierde fuerza cuando se diluye entre actos que, más que construir, generan miedo o rechazo social. La indignación puede ser legítima, pero su expresión debe resguardar siempre el terreno de la civilidad y la propuesta.

También resulta evidente que la marcha, originalmente presentada como un esfuerzo ciudadano y apartidista, terminó siendo aprovechada por ciertos actores políticos que vieron en la inconformidad juvenil un oportunismo conveniente. La participación de estos actores no invalida el sentir de los jóvenes, pero sí evidencia un riesgo: permitir que causas auténticas se conviertan en vehículos de agendas ajenas. La política necesita a los jóvenes, pero los jóvenes también deben cuidar su autonomía para no ser instrumentalizados.

A ello se suma un vacío estratégico que dejó preguntas abiertas: ¿cuáles eran los objetivos concretos? ¿Qué se buscaba lograr más allá de irrumpir en el espacio público? Suponiendo que los manifestantes hubieran logrado llegar hasta Palacio Nacional, ¿qué venía después? México no es Madagascar ni Nepal; cada país tiene sus contextos particulares, y el nuestro requiere procesos, rutas y propuestas claras para traducir la protesta en cambios reales. La energía social, para no disiparse, necesita dirección.

Las autoridades, por su parte, enfrentan el reto de mantener abiertos los canales de comunicación y de acompañar estas expresiones sociales con información, claridad y serenidad institucional. Una democracia madura reconoce el valor de estas manifestaciones, incluso cuando vienen acompañadas de estridencia o confusión propia de los tiempos.

La marcha de la Generación Z, con aciertos y excesos, deja una lección doble: los jóvenes tienen voz y voluntad de participar, pero también el reto de organizar esa voz en objetivos y propuestas claras; las instituciones deben escuchar, pero la sociedad debe aprender a dialogar. Solo así la inconformidad puede transformarse en futuro.

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