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Vacunas

Vacunas

Antonio Sánchez González.

A través de campañas nacionales periódicas, medio mundo logró eliminar o controlar enfermedades que antes eran terribles.

Antonio Sánchez
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4 de julio 2025

Durante décadas, la vacunación ha sido un pilar importante de la salud pública en los Estados Unidos. Esto se basa, en particular, en la experiencia proporcionada por el Comité Asesor sobre Prácticas de Vacunación (ACIP), creado en 1964. Su misión es proporcionar recomendaciones independientes basadas en la mejor evidencia científica disponible para el uso de vacunas. De este modo, este comité contribuyó a la integración gradual de las vacunas disponibles en un calendario de vacunación armonizado, que se actualiza anualmente. Y esta práctica tuvo influencia mundial, de manera que se replicó en muchos países, el nuestro incluido.

A través de campañas nacionales periódicas, medio mundo logró eliminar o controlar enfermedades que antes eran terribles, como la tos ferina, la poliomielitis, la difteria y el sarampión, que causan un gran número de muertes y discapacidades cada año. Mientras que en 1919 hubo casi 13 muertes por sarampión por cada 100 000 habitantes en el hemisferio occidental, México como ejemplo, esta tasa había caído a cero después de la implementación de la vacunación generalizada.

Si bien la evidencia científica nunca ha sido más fuerte para demostrar la efectividad y seguridad de las vacunas, algunas de estas enfermedades están reapareciendo. El sarampión, declarado erradicado de Estados Unidos en el año 2000, vuelve a circular de forma preocupante con más de 1000 casos registrados en 2025 y más de 3000 en México y 9 muertes confirmadas hasta el día de hoy, debido a la disminución de las coberturas de vacunación. La erradicación del sarampión en nuestro país se había confirmado en 2016.

Diversos modelos epidemiológicos predicen que una caída del 10% en la cobertura de vacunación contra el sarampión podría provocar más de 11 millones de casos adicionales en América del Norte en los próximos veinticinco años. La tos ferina, que ha estado bajo control durante mucho tiempo, está experimentando un resurgimiento preocupante. Otras amenazas incluyen el posible resurgimiento de la poliomielitis, cuya erradicación virtual se consideró una gran victoria para la medicina moderna.

Lo que vemos hoy en Estados Unidos es un reflejo exacerbado de lo que está sucediendo en muchos otros países, incluido México. La epidemia de Covid19 puso de manifiesto la importancia de la desconfianza de muchos ciudadanos en las autoridades sanitarias, los expertos y, en general, en las vacunas. El flujo de información a veces contradictoria vertida por los expertos, el uso político de ciertas medidas de salud pública y la velocidad explosiva con la que se desarrollaron las vacunas de ARN mensajero han contribuido a un clima de sospecha prevalente y en este contexto las teorías conspirativas y la información falsa se han extendido a gran velocidad, especialmente a través de las redes sociales. Sin embargo, mucha gente tiene preocupaciones sinceras, que no son simplemente desinformación.

Y en medio de este fenómeno sanitario, el nuevo secretario de Salud de los Estados Unidos, Robert Kennedy Jr., despidió abruptamente a todos los integrantes del ACIP, sustituyéndolos por personalidades controvertidas, algunos de los cuales están cerca de los círculos conspirativos antivacunas y no tienen experiencia en vacunación, generando una preocupante agitación institucional, que puede tener un gran impacto en la epidemiología de las enfermedades prevenibles por vacunación en el mundo. En nuestro país, por decisiones políticas, en los años posteriores a la pandemia de 2019 el abasto de vacunas para cubrir a la población se volvió insuficiente y la cobertura ahora es defectuosa como nunca en el último medio siglo. Decisiones como estas abren la puerta a la politización de salud pública, en detrimento de la salud de los ciudadanos.

Los médicos solo podemos preocuparnos por este escenario. Es difícil no reaccionar. Hay que recordar a todo el mundo que los expertos de los comités técnicos de inmunizaciones son independientes y que estos organismos deben ser espacios de intercambio y discusión orientados a establecer recomendaciones con claros impactos en la salud pública con el objetivo de preservar la salud de todos. Que sus informes deben ser accesibles con total transparencia. Y oponernos a que se conviertan en cámaras para validar decisiones políticas arbitrarias, que no se basen en conocimientos científicos.

Las palancas para detener esta tendencia existen: el compromiso del personal sanitario, la integración de la cultura de la prevención en la enseñanza escolar, la simplificación de las vías de vacunación, la renovación de campañas de información más ambiciosas y mejor adaptadas a las preocupaciones actuales.

Corresponde a todos, a los gobiernos, a los profesionales de la salud, pero también a cada ciudadano, movilizarse para evitar que las enfermedades infecciosas prevenibles por vacunación vuelvan a ser un problema de salud pública en un mundo en el que no faltan otros temas de preocupación.

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