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antonio sanchez gonzalez

Tabaco y alcohol

Tabaco y alcohol

Antonio Sánchez González.

Las disposiciones para combatir el tabaquismo se han sucedido desde la entrada en vigor de la Ley Antitabaco de 2009 y hasta enero de 2023.

Antonio Sánchez
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11 de julio 2025

Aumentos regulares del precio del paquete, severas cargas impositivas, lugares libres de tabaco, introducción de envases neutros y advertencias gráficas de nocividad, prohibición de publicidad y patrocinio, prohibición de exhibición, prohibición de aromas y aditivos, prohibición de cigarrillos electrónicos, meses sin tabaco… las disposiciones para combatir el tabaquismo se han sucedido desde la entrada en vigor de la Ley Antitabaco de 2009 y hasta enero de 2023. El primer texto establecía en principio la autorización de fumar en lugares públicos y la veda en lugares cerrados. La segunda ya no solo tenía como objetivo proteger a los fumadores de sí mismos, sino también a proteger a quienes los rodeaban: la norma se convirtió en la prohibición de fumar en lugares de uso colectivo y público, incluso en parques y jardines públicos, instalaciones deportivas, paradas de autobuses y alrededor de escuelas, bibliotecas, piscinas, estadios e instalaciones deportivas. Este tipo de lugares se suman a los lugares ya afectados inicialmente por las prohibiciones de fumar.

Hoy en día, es una certeza, respaldada por un discurso que se ha asumido claramente desde hace años, ningún umbral de consumo de tabaco está exento de riesgos. El tabaco mata a más de 60000 personas cada año en México, y su coste social se estima en miles de millones de pesos al año.

A lo largo de los años, las acciones para combatir el tabaquismo han tenido el efecto de “desnormalizarlo” y darle una imagen degradante. Según las cifras de los colegios médicos nacionales, en 2023, menos de una cuarta parte de los adultos de entre 18 y 75 años declararon fumar a diario, un nivel históricamente bajo. Entre los adolescentes, el tabaquismo sigue disminuyendo, con un 16% de fumadores diarios a los 17 años en 2022 en comparación con el 25% en 2017. Si esta tendencia continúa, para 2032 podrían ser tan bajos como el 5%. No muy lejos del objetivo de una generación libre de tabaco. En otras palabras, la prevención y la acción pública pueden dar sus frutos.

Imposible no ver que, por el contrario, las políticas públicas sobre el consumo de alcohol son, como mínimo, mucho menos ambiciosas, o incluso muy limitadas, incluso hoy en día. Nada, sin embargo, puede justificar este doble rasero.

Es cierto que el consumo mexicano ha ido disminuyendo desde la década de 1960, y que México es uno de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) donde se bebe menos, con 5.1 litros de alcohol puro al año y per cápita mayores de 15 años, según la última encuesta publicada en noviembre de 2024.

Sin embargo, el alcohol es extremadamente peligroso para los consumidores. Es la segunda causa prevenible de mortalidad por cáncer, es responsable de 28000 nuevos casos de esta enfermedad según el Instituto Nacional del Cáncerología y de 41000 muertes al año (unas 30000 en hombres). Su coste social alcanza los miles de millones de pesos. Es también, como a menudo olvidamos, un motivo importante de la violencia cotidiana. La OMS estima que el alcohol está implicado en el 30% y el 40% de los casos de condena por violencia.

Y la ciencia no deja lugar a ambigüedades en esta materia: el consumo de alcohol conlleva riesgos, incluso en dosis bajas. Para limitarlos, se ha definido un referente de consumo de menor riesgo: menos de dos bebidas por día y no todos los días.

Médicos, especialistas en adicciones y actores en el campo han estado reclamando una verdadera política de salud pública durante años, pero ha sido muy difícil ir en contra de la industria del alcohol que, entre otras cosas, ha difundido creencias falsas sobre el alcohol que de tanto repetirlas se han vuelto difíciles de eliminar -el consumo moderado estaría libre de riesgos, o no todos los alcoholes serían iguales o que el vino reduce el riesgo cardiovascular- .

Pero, a la luz de las cifras de los perjuicios demostrados que el alcohol tiene sobre la salud y la sociedad, necesitamos urgentemente un plan de prevención del consumo de alcohol, para dar una buena información a los consumidores. Y decir, también, la verdad: el alcohol mata.

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