Más lecciones de la pandemia

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

Al principio de esta contingencia sanitaria que continuamos viviendo, algunos ya más relajados que otros, compartí con usted en este espacio una reflexión sobre las lecciones que me había dejado esta situación de pandemia que nadie estábamos preparados para vivir. Todavía no termina, de manera que aún tiene mucho que enseñarnos. Hay quienes hemos aprendido … Leer más

Al principio de esta contingencia sanitaria que continuamos viviendo, algunos ya más relajados que otros, compartí con usted en este espacio una reflexión sobre las lecciones que me había dejado esta situación de pandemia que nadie estábamos preparados para vivir. Todavía no termina, de manera que aún tiene mucho que enseñarnos.

Hay quienes hemos aprendido a valorar cosas importantísimas que teníamos y que ya no están o se encuentran en modo de espera; para algunos ha sido la vida, para otros la salud, la familia, un trabajo digno o un negocio en marcha. Ya ve que dicen por ahí que “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”. Y hasta que algo que considerábamos nuestro nos es arrebatado de las manos, es cuando aprendemos a valorarlo y comenzamos a decir frases tales como “era una buena persona” o “qué tonto fui, no lo supe apreciar” o “si tan sólo pudiera volver el tiempo atrás”… Ésta última es devastadora. Hay que saber que el tiempo se fue y se llevó consigo esto o aquello, porque si hay una certeza en esta vida es la de que el tiempo no regresa cuando ya se ha ido.

Otros hemos aprendido lo equivocados que estábamos con tal o cual conducta que era la causa real de la disfuncionalidad que nosotros mismos veníamos detectando en nuestros entornos y por la cual habíamos venido culpando a otro o al resto de los demás quizás durante años o durante toda nuestra vida. Y esto ha sido un golpe bajo a la seguridad en nosotros mismos y ha habido quienes desafortunadamente sí han pasado de la simple distracción a la auténtica depresión. Pero darse cuenta es el primer paso, ojalá que no se demoren y menos se disuadan en dar el segundo que es pedir perdón con un sincero propósito de conversión.

Y lo que nos falta por aprender. Hay que mantenernos saludables, eso sí. No hay que bajar la guardia; de cada uno depende sacar lo bueno de esta dura etapa que a todos nos tocó vivir. Cuídese usted y cuide de los demás, por el bien de todos.

*[email protected]




Más noticias


Contenido Patrocinado