

Sigifredo Noriega Barceló.
En Navidad: Es Dios mismo que se revela y manifiesta en nuestra carne y viene a nuestro encuentro para ser verdad, camino y vida.
“… Y lo acostó en un pesebre”.
Lucas 2, 7
“Y en humilde pesebre, ahí en Belén, ha nacido el Rey…
El gozo, la esperanza, la paz, la verdad del amor, estén con ustedes.
Celebramos el nacimiento de Jesucristo.
En Navidad: Es Dios mismo que se revela y manifiesta en nuestra carne y viene a nuestro encuentro para ser verdad, camino y vida.
Es Dios que se hace uno de nosotros, para que nosotros lleguemos a ser hijos de Dios.
Es el amor infinito que se hace niño recién nacido, para que descubramos la ternura de Dios en la pequeñez y seamos ternura para quienes nos rodean y acompañan.
Navidad es tiempo único.
El acontecimiento que celebramos hace brotar lo mejor que hay en el corazón del ser humano. Si nos hacemos pequeños y sensibles vamos a disfrutar la bondad y la alegría al máximo, y alimentaremos la esperanza de una vida con sentido y un mundo con orientación hacia la plenitud.
Navidad es la fiesta de la esperanza, sobre todo, para los pequeños y para quienes tienen corazón de niño, es decir, para quienes siguen conservando la capacidad de asombro ante el misterio de la presencia de Dios en lo que parece insignificante; éstos viven en la verdad del amor cada día.
Navidad nos proporciona el motivo y la forma de cómo hacerlo, sin complicaciones. Sólo basta que creamos, nos dirá más tarde
Jesús, el Niño Dios.
Hay tantas lecciones de alegría completa y de paz cierta que nos dan las personas que intervienen en el acontecimiento de Navidad:
Que al celebrar el misterio de Navidad su corazón se llene de paz para seguir creciendo cada día en la verdad del amor.
Que el misterio de Navidad lleve a ustedes al misterio del pesebre y seamos buenos alumnos en el aprendizaje de la verdad del amor.
Que el Señor bendiga su familia, sus trabajos, sus proyectos y planes. Amén.
¡Feliz y Misionera Navidad 2025!