Terminan las precampañas con escasa legitimidad

Jaime Santoyo Castro.
Jaime Santoyo Castro.

Un candidato sin apoyo mayoritario en lo interno será fácil de vencer en un proceso democrático externo.

El próximo jueves terminan las precampañas en el ámbito federal, para dar paso a la definición de quienes serán los abanderados de los partidos políticos y coaliciones en las campañas para Presidente de la República, así como para Senadores y Diputados.

En nuestro país, en prácticamente todas las instancias políticas, las definiciones se dan a través de procedimientos alejados de las prácticas democráticas, como las encuestas, las tómbolas, acuerdos de las dirigencias de partidos, o imposiciones de las cúpulas, procedimientos que se distinguen por la opacidad y que dejan indefensos a los no favorecidos porque no hay posibilidades de impugnar, atacar o aclarar, de ahí que provoquen injusticias, enojos, divisiones y deserciones. El resultado de esto, son candidatos sin legitimidad, ajenos a la voluntad de las militancias, y lo que es peor; sin compromiso con ellas y sin propuestas orientadas a servir a la sociedad. Cuando hay propuesta, hay fundamentos para convencer. Cuando no la hay, se recurre a la promesa, a la mentira, y a la ocurrencia.

Un candidato sin apoyo mayoritario en lo interno será fácil de vencer en un proceso democrático externo, a menos que se recurra a otras formas fuera de los procedimientos legales.

Por ello creo que es momento de retomar las propuestas de algunos actores políticos a efecto de implementar un sistema de elecciones primarias que incentive la democracia participativa, construya confianza y propicie la inclusión, la competitividad y la credibilidad, de manera tal que al interior de los partidos se elijan candidatos a través del voto directo, lo que equivale a que los candidatos sean electos por la mayoría de los militantes y no por las dirigencias, ya que éstas en su mayoría escogen a amigos, compadres, socios y desde luego, se ungen a sí mismos.

Las elecciones internas en un partido político o en cualquier organización tienen varias ventajas importantes, como lo son:

– Propicia la democracia interna, al permitir que los miembros de la organización ejerzan su derecho al voto, contribuyendo a la toma de decisiones, lo que fomenta un sentido de pertenencia e identidad y compromiso entre los miembros.

– Le da legitimidad a quienes son designados por el voto interno, disminuyendo problemas, discusiones y conflictos, y fortalece en lo exterior la posición de quien fue electo.

Las elecciones internas pueden alentar significativamente a quienes tienen una verdadera vocación por el servicio público, y fomenta la competitividad, de manera que surjan las mejores ideas y propuestas, alejando a los oportunistas y vividores.

– Las elecciones regulares pueden traer caras nuevas e ideas frescas a la dirección de la organización, evitando el estancamiento y fomentando la innovación.

Los líderes elegidos internamente son generalmente más responsables ante los miembros de su organización, ya que al elegirlos se establecen normas que prevén que puedan ser destituidos o no reelegidos si no cumplen con las expectativas o compromisos de partido.

– Genera mayor unidad y cohesión, pues por encima de los intereses personales se ponen los objetivos y valores comunes de la organización política.

– Finalmente debemos decir que las elecciones internas pueden servir como un ensayo general para las elecciones externas, ayudando a los candidatos y a la organización a afinar sus estrategias y mensajes.

Bien reglamentadas, debe asegurarse que las elecciones internas se realicen de manera justa y transparente para garantizar que sus beneficios se alcancen plenamente.




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