Justicia por propia mano

Jaime Santoyo Castro.
Jaime Santoyo Castro.

Tan doloroso e injusto es el asesinato de esta niña, como lo fue que la barbarie personalizada en una muchedumbre, hiciera a un lado a la autoridad y a la razón.

Aunque quisiéramos, no podemos soslayar el grave acontecimiento sucedido en Taxco, Guerrero, en el que una multitud enardecida golpeó hasta producirle la muerte a una mujer y dejar gravemente heridos a sus dos hijos, presuntamente responsables de la muerte de una niña de ocho años.

Tan doloroso e injusto es el asesinato de esta niña, como lo fue que la barbarie personalizada en una muchedumbre, hiciera a un lado a la autoridad y a la razón, y gobernada por la rabia y el deseo de venganza, tomara la justicia en sus manos y golpeara sin piedad a quienes cree responsables, sin probanza y sin defensa de ninguna índole hasta causarle la muerte a una y graves lesiones a otros,  pero lo más grave es que los elementos policíacos ahí presentes, inermes ante la multitud, sólo se limitaron a observar, como temiendo que el furor se volteara contra ellos.

Un grupo social enardecido, frente a un grupo de policías que no se atrevieron a contener ni a evitar la masacre; acción que manda un mensaje alentador a la impunidad y a la conducta delictiva, como sucedió días después en Tijuana, en tanto que a la gente que cree en el Derecho sólo le inspira inseguridad, desconfianza y temor. Entonces quién se encarga de poner orden?

Podemos permitir que  la sociedad se vuelva contra sí misma por la ineficiencia de la autoridad? No. La Ley es el único camino. Es el único medio fundamental, esencial, para organizar a la sociedad y conducirla a la paz social.

En una sociedad democrática y justa, las leyes proporcionan las pautas y los procedimientos necesarios para dirimir los conflictos, abordar las disputas, garantizar los derechos y libertades de los individuos y mantener el orden social.

La justicia por propia mano plantea serias preocupaciones éticas y legales, pues por un lado, puede llevar a violaciones de los derechos humanos, ya que las personas acusadas no tienen la oportunidad de defenderse en un juicio justo. Por otro lado, puede provocar un ciclo de violencia y venganza, castigos o cualquier tipo de intervención directa para solucionar un conflicto o penalizar a alguien por un delito percibido, donde la población siente que las autoridades responsables de perseguir y sancionar los delitos es ineficiente, corrupto o inaccesible.

No podemos permitir que se haga a un lado el Estado de Derecho, que conduce y orienta la vida en comunidad por la ruta de la civilidad y es el instrumento más eficaz con el que las sociedades y comunidades pueden promover el respeto, el diálogo y la confianza en las instituciones para resolver conflictos de manera pacífica y justa, en lugar de recurrir a la autodefensa o a medidas extrajudiciales.

El principio fundamental de la civilidad es el respeto y la adherencia al estado de derecho, donde todos los individuos y las instituciones están sujetos a las leyes de manera igualitaria. En un sistema donde el estado de derecho prevalece, los conflictos se resuelven a través de procesos judiciales justos y transparentes, lo que disminuye la tentación de buscar justicia por medios propios.

En áreas donde la justicia por propia mano es más frecuente debido a la desconfianza en las autoridades, es esencial implementar acciones específicas para restaurar la confianza en el sistema judicial. Esto puede incluir la rendición de cuentas de los funcionarios públicos, la revisión de casos controvertidos y el compromiso directo con las comunidades afectadas. 

De igual manera manera es preciso promover y garantizar el respeto por los derechos humanos, como acción fundamental para prevenir la justicia por propia mano. Cuando las personas confían en que sus derechos serán protegidos por el sistema legal, son menos propensas a tomar la justicia en sus manos.

Lo que debe prevalecer siempre es la civilidad frente a la justicia por propia mano, que implica una combinación de respeto por el estado de derecho, fortalecimiento de las instituciones judiciales, educación, participación comunitaria y un compromiso inquebrantable con los derechos humanos. Estos elementos trabajan juntos para crear una sociedad donde los conflictos se resuelven de manera constructiva y justa, sin recurrir a la violencia o a medidas extrajudiciales.




Más noticias

Jaime Santoyo Castro
Jaime Santoyo Castro
Jaime Santoyo Castro
Jaime Santoyo Castro

Contenido Patrocinado