¿Malpaso o… mal paso?

Jaime Santoyo Castro.
Jaime Santoyo Castro.

La responsabilidad del Estado es proteger la vida y la seguridad de sus ciudadanos, pero no encuentra la solución.

Ninguna palabra; por elocuente que sea, puede transmitir el dolor de las familias de estos siete jóvenes, casi niños, cuyas vidas e ilusiones fueron truncadas sin causa, sólo por ser jóvenes, y ello transmite también a la sociedad zacatecana entera no sólo la impotencia de sus familiares, sino la sensación de encontrarnos inermes ante el embate del crimen, del que nada ni nadie se salva, y la certeza de que en materia de seguridad, los tres niveles de gobierno llevan un MAL PASO.

Zacatecas se ha convertido en escenario de enfrentamientos entre grupos delictivos que se discuten los territorios y las rutas que se acomodan a sus intereses. Según las cifras oficiales, de enero a agosto de este año, 536 personas fueron asesinadas en el estado, la mayoría con arma de fuego, pero son pocos los casos en los que se emitan sentencias condenatorias por estos casos, lo que se traduce en una gran impunidad. Cómo se puede detener el avance de las acciones criminales, si éstas van avanzando sin castigo?

Todavía resuenan los casos de los jóvenes de Colotlán, de Raúl Calderón, de los desaparecidos de Jerez; de la cancha de rebote en Guadalupe, los migrantes asesinados en la Bufa, la mujer policía en la Encantada, los asesinatos de la Comarca, de Villas de Guadalupe, de Fresnillo, de Valparaíso y de tantos hasta ahora sin castigo y por ello la sociedad tiene que salir a las calles a gritar ¡¡justicia!!

La responsabilidad del Estado es proteger la vida y la seguridad de sus ciudadanos, pero no encuentra la solución: todos los días, en todos lados, acontecen hechos en los que mueren muchos jóvenes y mujeres en una vorágine de actuaciones criminales que no pueden ser prevenidas, ni perseguidas, ni castigadas. Los perpetradores se mueven libremente, confundidos con los demás miembros de la sociedad y del gobierno sin rubor y sin temor, quebrantando la ley, que parece que se dobla ante su paso. La impunidad se enseñorea desfilando por calles, avenidas y carreteras, y la autoridad aparece tímidamente después de acontecidos los hechos, señalando las omisiones de gobiernos anteriores.

La realidad no se enfrenta con sólo reconocer las dificultades o las culpas del pasado. Para abordar y enfrentar eficientemente la realidad criminal, es crucial concentrarse en estrategias proactivas y soluciones actuales en lugar de enfocarse únicamente en errores pasados; aunque es fundamental aprender de los errores y las decisiones de tiempos pasados para evitar repetirlos en el futuro, responsabilizar constantemente al pasado puede desviar la atención de las medidas preventivas y correctivas que se pueden implementar en el presente o puede dar la impresión de renunciar al imperio de la ley, lo cual sería desastroso.

Enfrentar la realidad criminal requiere de un análisis y diagnóstico actual identificando las tendencias, los tipos de delitos predominantes, y las áreas más afectadas, para de ahí implementar programas de prevención y educación abordando las causas subyacentes de la criminalidad, tales como la pobreza, la falta de oportunidades, la educación y la desigualdad social.

El Estado debe mantener un sistema de aplicación de la ley efectivo que investigue y procese los casos de asesinato y otros delitos violentos. Para ello es necesaria la asignación adecuada de recursos a las fuerzas de seguridad y a los sistemas judiciales, pues de otra manera no se puede garantizar que los responsables sean llevados ante la justicia.




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