El mañana se construye hoy

Jaime Santoyo Castro.
Jaime Santoyo Castro.

El tiempo no espera; no se detiene. El futuro se concibe en el pasado; por eso el dicho popular nos advierte que no debemos dejar para mañana lo que podamos hacer hoy. 

El tiempo no espera; no se detiene. El futuro se concibe en el pasado; por eso el dicho popular nos advierte que no debemos dejar para mañana lo que podamos hacer hoy. 

Casi todas las personas trazamos la ruta de nuestra vida en base a aspiraciones, deseos, aficiones, ilusiones, gustos, y retos y luchamos por hacerla posible, pero en innumerables ocasiones le dejamos al mañana la solución de eso, como si el mañana tuviera la obligación de ponerse a trabajar por nosotros.

El problema es que ocupamos diferentes roles; como seres humanos, como miembros de una familia, como integrantes de una colonia, de una ciudad, de un grupo laboral, de un equipo deportivo, de una sociedad, de un gremio de profesionales, de un partido político, de una legislatura, de un Tribunal de Justicia, o de un gabinete gubernamental, etc; En todos esos roles, excepto en el individual, tenemos que compartir esfuerzos con los demás para lograr los objetivos, y no es fácil, toda vez que cada quien tiene su forma de pensar, de sentir y de actuar, pero debemos hacerlo, pues si no nos vamos a quedar atrás. 

El futuro se construye hoy, y no podemos sentarnos a esperar a ver qué nos depara el mañana. Si queremos cambiar el estado de cosas; si deseamos mejorar, si queremos construir un camino de valores, de superación, de seguridad, de bienestar y de desarrollo, o si queremos conservar lo que tenemos, es preciso que empecemos hoy y no lo dejemos para mañana, porque el mañana no va a trabajar por nosotros: Tenemos que coadyuvar, trabajar, orientar, pedir, exigir. No todo lo debemos dejar en manos de nuestros representantes, quienes, si no tienen nuestra supervisión y vigilancia, podrán tomar decisiones o caminos diferentes a los que la sociedad requiere.  

El México de mañana empieza hoy, y es momento de organizarnos y expresarnos en torno a nuestros propósitos, fundamentalmente pensando en lo que queremos dejarle a nuestros hijos y nietos y en tal sentido debemos orientar nuestros esfuerzos para construir un México de libertad y de Justicia, de paz y seguridad; de armonía y desarrollo, un México unido y con rumbo claro, o un país quebrantado, dividido, sangrado, empobrecido, violado o mancillado. México y los mexicanos podemos, sin divisiones y sin ofensas, reorientar el rumbo para recuperar la tranquilidad social. El trabajo ha sido nuestra divisa y con trabajo podemos hacerlo, pero es hoy. 




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