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Gerardo Luna Tumoine

Una experiencia vale más que 100 consejos

Una experiencia vale más que 100 consejos

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Los consejos, por más bien intencionados que sean, rara vez tienen el mismo impacto que una experiencia propia.

Gerardo Luna Tumoine
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25 de marzo 2025

Es de suma importancia valorar las experiencias que se han vivido sobre el consejo recibido. En la vida, solemos recibir consejos a manos llenas. Padres, maestros, amigos y hasta extraños nos advierten sobre lo que debemos o no hacer. Nos dicen que evitemos errores, que aprendamos de quienes ya han recorrido el camino y que escuchemos la voz de la experiencia. Y aunque la intención es buena, la realidad es que la sabiduría no se hereda ni se transfiere con palabras; se conquista con vivencias.

Los consejos, por más bien intencionados que sean, rara vez tienen el mismo impacto que una experiencia propia. No es lo mismo que te adviertan sobre el peligro de confiar ciegamente en alguien a que vivas en carne propia una traición. No es lo mismo que te digan que aproveches cada instante con tus seres queridos a que experimentes la ausencia definitiva de uno de ellos. La vida nos enseña a través de los aciertos, pero sobre todo, de los errores.

Aquí es donde entra en juego la audacia. La prudencia tiene su lugar, pero si nos limitamos a ser siempre cautelosos, podríamos terminar viviendo con miedo a equivocarnos, y por ende, a aprender. Paga mejor la audacia que la prudencia, porque es el atrevimiento lo que nos permite acumular experiencias reales. Quien se lanza al vacío, aun con incertidumbre, gana algo invaluable: aprendizaje genuino.

El Dalai Lama lo expresa con claridad: “El conocimiento viene del aprendizaje, la sabiduría viene de vivir”. No basta con escuchar consejos o leer sobre la vida, la compasión o la paciencia; hay que experimentarlas. La verdadera comprensión solo llega cuando nos enfrentamos a la realidad y la vivimos en carne propia. En la filosofía budista, el sufrimiento y los errores no son obstáculos a evitar, sino oportunidades para crecer. Solo atravesando dificultades con conciencia podemos desarrollar una sabiduría auténtica.

En un mundo donde abunda la información y las opiniones están al alcance de un clic, podríamos caer en la tentación de creer que escuchar es suficiente. Pero escuchar sin vivir es como leer sobre el mar sin mojarse los pies. La única forma de convertir el conocimiento en sabiduría es a través de la experiencia.

Esto no significa que los consejos sean inútiles. Al contrario, pueden servir de guía o advertencia. Sin embargo, nadie puede vivir por nosotros. La madurez, la resiliencia y el aprendizaje profundo solo llegan cuando nos atrevemos a experimentar.

Así que, en lugar de quedarnos solo con la teoría, salgamos al mundo, equivoquémonos, levantémonos y sigamos adelante. Porque al final, no recordaremos los consejos que nos dieron, sino las lecciones que aprendimos en el camino. Y esas lecciones no llegan a través de la prudencia extrema, sino de la audacia de vivir.

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