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El Evangelio de San Mateo es la única fuente canónica que menciona a los Magos. En su texto, el evangelista simplemente describe que «unos magos que venían del Oriente».
La reciente celebración de los Reyes Magos nos invita a reflexionar sobre el significado y la evolución de esta entrañable tradición. Franco Cardini, destacado historiador italiano, en su obra Los Reyes Magos, Historia y Leyenda, nos desafía a mirar más allá de las representaciones populares y a redescubrir la esencia original de los Magos de Oriente. Según su análisis, estos enigmáticos personajes que emprendieron su viaje a Belén para rendir homenaje al Niño Jesús no eran reyes, ni necesariamente tres, ni viajaban en dromedarios. Muchas de estas características son producto de interpretaciones teológicas y culturales que se añadieron con el tiempo al relato bíblico.
El Evangelio de San Mateo es la única fuente canónica que menciona a los Magos. En su texto, el evangelista simplemente describe que «unos magos que venían del Oriente» llegaron a Jerusalén guiados por una estrella, anunciando el nacimiento del Rey de los Judíos. Sin embargo, no se especifica su número ni su condición. Según los historiadores, la palabra «mago» utilizada por San Mateo hacía referencia a astrólogos o sacerdotes persas seguidores del mazdeísmo, la religión de Zaratustra.
El evangelista también detalla los tres regalos presentados al Niño: oro, incienso y mirra. A partir de esta mención, los Padres de la Iglesia comenzaron a asociar el número de presentes con el número de Magos, Así la tradición de los «tres Magos» se consolidó rápidamente.
Fue Tertuliano, uno de los primeros teólogos cristianos, quien otorgó a los Magos el título de «Reyes». Basó esta interpretación en los Salmos de David, donde se profetiza que reyes acudirían a rendir homenaje al Mesías. Este cambio no fue arbitrario: la figura del «mago» en aquella época estaba asociada a prácticas cuestionables como la nigromancia, (Adivinación mediante la invocación a los muertos, o magia negra) por lo que resultaba más aceptable para la teología cristiana presentar a los visitantes como monarcas.
San Agustín, por su parte, introdujo la idea de que los Reyes Magos viajaron en dromedarios. Según él, esto resolvía una aparente contradicción temporal: la tradición cristiana sostenía que la estrella apareció en el momento del nacimiento de Jesús, el 25 de diciembre, y que los Reyes llegaron a Belén apenas 13 días después, algo poco plausible dadas las distancias y los medios de transporte de la época. Basándose en un evangelio apócrifo que mencionaba camellos, y en su conocimiento africano, San Agustín propuso que los Reyes montaron en dromedarios, más veloces que los camellos tradicionales. En la tradición occidental, representan a todos los pueblos de la Tierra que se convierten al cristianismo sin pasar por la tradición judía. Cada Rey simboliza un continente conocido en la época: Europa, Asia y África. Asimismo, sus figuras reflejan las etapas de la vida: juventud, madurez y vejez.
La evolución de los Reyes Magos desde unos magos orientales hasta reyes universales demuestra cómo la tradición, la teología y la imaginación popular han enriquecido y transformado esta historia.
En España, los Reyes Magos representan una tradición profundamente arraigada que, lejos de desvanecerse, sigue ganando popularidad y vigencia, especialmente a través de las espectaculares cabalgatas que iluminan las ciudades y pueblos, llenando de magia y esperanza a niños y adultos por igual. En México, la celebración de los Reyes no solo honra la llegada de estos sabios al portal de Belén, sino que también se convierte en una ocasión para compartir la tradicional Rosca de Reyes, un pan que, más allá de su dulce sabor, simboliza la unión familiar y la alegría de compartir momentos en comunidad.
Ambas expresiones culturales, aunque distintas, nos recuerdan el valor de la generosidad, la esperanza y el amor que los Reyes Magos encarnan, conectándonos a través del tiempo con una tradición llena de significado y encanto.