¿Veremos la salvación de Dios?

Sigifredo Noriega Barceló.
Sigifredo Noriega Barceló.

El Domingo pasado encendimos la segunda vela de la corona de Adviento. Hace una semana la primera -quizás- ayudó a abrir las puertas y ventanas a/de la esperanza. No podemos dejar que los problemas, desafíos y provocaciones nos roben el ánimo que de ella brota. Las esperas pueden ser largas o breves, fecundas o frustrantes. … Leer más

El Domingo pasado encendimos la segunda vela de la corona de Adviento. Hace una semana la primera -quizás- ayudó a abrir las puertas y ventanas a/de la esperanza. No podemos dejar que los problemas, desafíos y provocaciones nos roben el ánimo que de ella brota. Las esperas pueden ser largas o breves, fecundas o frustrantes. La fe y la esperanza en EL QUE VIENE son decisivas para convertir las esperas en oportunidades de gracia y espacios preciosos para la lucha y el trabajo solidario, perseverante y generador de vida.

¿Veremos la salvación que viene de Dios? Quizás no nos toque ver la salvación plena al final de los tiempos; pero, estamos seguros que el presente de la salvación está al alcance del que confiesa su fe en Cristo y planta semillas de esperanza. Día a día confía en la presencia salvadora de Dios por más que haya tormentas y desilusiones, violencias y desencantos.

El tiempo de Adviento nos dispone para recibir el mejor anuncio que pueda escuchar el ser humano, la historia y toda la creación: Dios es y está con nosotros en la persona de Jesús, el Cristo, el Salvador. Nosotros estamos llamados en su persona a la plenitud, a colmar nuestros más profundos anhelos y deseos, a la bienaventuranza completa. ¿Cuándo será? “Todos verán la salvación de Dios” anuncia el profeta y pregona Juan Bautista sin precisar fechas. El nacimiento del Salvador en la historia sembrará la posibilidad de plenitud ya desde el/este tiempo. Navidad es cumplimiento y apertura al horizonte total de la vida que sólo Dios puede colmar.

Juan Bautista, profeta y testigo de la Buena Nueva, es un personaje decisivo en las esperas y la esperanza del Adviento. Su misión queda dibujada en las palabras de Isaías, otro especialista en advientos: “Preparar el camino”. Cumple su misión haciendo bien las tareas encomendadas. Lo primero es “ir al desierto” para escuchar la palabra de quien lo envía y acogerla para poder pregonarla. Muy pronto el precursor profeta se convertirá en testigo de lo que anuncia y pregona. La predicación y el testimonio de Juan debió ser algo impresionante. De su escucha atenta surgieron quienes fueron los primeros discípulos-apóstoles escogidos por Jesús para anunciar el cumplimiento del “todos los hombres verán la salvación de Dios”.

Nuestro tiempo requiere de discípulos que se tomen en serio la esperanza que se fundamenta en la fe en Jesús. En muchos rincones y calles de la vida encontramos gente que necesita de pregoneros de esperanza y sus manifestaciones: fortaleza y firmeza, ternura y solidaridad, paciencia, alegría, paz, compromiso. Ver/experimentar la salvación de Dios, anunciarla y testimoniarla en el mundo -cuando hay tantos remedos de ‘seguridad’ y engaños de bienestar- es el gran reto del cristiano que quiere vivir a profundidad este Adviento. ¿Veremos este año la salvación de Dios?

Que al encender la segunda vela de la corona de Adviento nos decidamos a colaborar para que la salvación llegue a todos, sin distinciones ni discriminaciones, especialmente a los más desesperados, desencantados, desprotegidos, marginados, necesitados…

Santa María de Guadalupe, madre de la esperanza, ruega por nosotros.




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