¿Presencial o virtual?

Hace 18 meses se declaró una emergencia sanitaria por motivo de la pandemia mundial por COVID-19, en ese momento todos pensábamos que el confinamiento se reduciría a un par de semanas, a mediados de marzo de 2020 el sistema educativo nacional se paralizó de manera casi inmediata; un año y medio después las persistentes condiciones … Leer más

Hace 18 meses se declaró una emergencia sanitaria por motivo de la pandemia mundial por COVID-19, en ese momento todos pensábamos que el confinamiento se reduciría a un par de semanas, a mediados de marzo de 2020 el sistema educativo nacional se paralizó de manera casi inmediata; un año y medio después las persistentes condiciones de contagio, las variantes y mutaciones del virus, la relajación de las medidas sociales de prevención, la lenta aplicación de la vacuna y en este momento el inicio de una tercera ola de contagio, han impedido poder regresar a las aulas a millones de estudiantes en los diferentes niveles de las respectivas instituciones educativas.

 

Durante los últimos días ha surgido un debate a nivel nacional, en buena medida impulsado por el propio presidente López Obrador y por otro lado por el “tiempo perdido” y las consecuencias que esto tiene en el ámbito educativo. Dicha discusión es necesaria, sin embargo, tiene que partir del análisis de la realidad y el sustento de la información objetiva que existe sobre las condiciones actuales y futuras que se puedan prever al respecto y no por la determinación unipersonal del presidente que con argumentos superficiales busca imponer un regreso presencial a clases.

 

Es claro que nadie pone en duda la necesidad de recuperar el proceso educativo de enseñanza aprendizaje como parte de un fenómeno social, en donde la interacción presencial es fundamental para lograrlo con éxito, pero también es necesario explorar y apoyarse en herramientas tecnológicas y de comunicación para volver una alternativa viable este nuevo proceso educativo. Lo cierto es que en un buen numero de instituciones de educación pública, pareciera que la posibilidad de generar nuevos ambientes de aprendizaje ni si quiera fueron considerados y simplemente se detuvieron o incluso se incurrió en una terrible simulación.

 

Las razones de ello no pueden limitarse a explicaciones simplistas donde la acción del docente o el alumno sean los únicos responsables de ello, pues condiciones socioeconómicas, de infraestructura tanto en viviendas como en las escuelas e incluso la salud física como emocional de las familias han incidido directamente en lo crítico de la situación de hoy.

 

Se ha empezado a reflexionar socialmente sobre estas implicaciones, el rezago educativo, las carencias de dispositivos de comunicación, la deficiente y limitada cobertura de servicios como el internet pero también de servicios tan básicos como el agua potable, la electricidad y otras condiciones que hoy a llevado a millones de familia no solamente conservar los índices de pobreza y desigualdad que han existido desde hace décadas si no que incluso durante los últimos años la pobreza extrema ha crecido, según las cifras oficiales de Coneval, como consecuencia de la crisis de salud pero también de la inseguridad y violencia, la falta de empleos y la desigualdad en las oportunidades que combinadas hoy con la deserción y el rezago educativo acaban por condenar al desarrollo social y económico de México.

 

El día de ayer la UAZ, máxima casa de estudios del estado, determinó de manera colegia por medio del H. Consejo Universitario, máximo órgano de gobierno universitario, continuar de manera virtual con las actividades académicas en todos los niveles y áreas con los que cuenta la universidad, con el afán de salvaguardar la salud y la vida de miles jóvenes y sus familias pero al mismo tiempo haciendo un llamado a la corresponsabilidad para el autoaprendizaje y cumplimiento de la actividad docente, una tarea que sin duda marcará la diferencia para que el futuro no se mantenga tan catastrófico como hasta ahora.

 




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