Para el fin de la epidemia

Antonio Sánchez González.
Antonio Sánchez González.

La responsable de la gestión de la epidemia de Covid-19 en la Organización Mundial de la Salud (OMS), Maria Van Kerkhove, destacó este martes 5 de octubre que el coronavirus aún no estaba bajo control. Según ella, la semana pasada se reportaron 3.1 millones de nuevos casos de infección y 54000 muertes en todo el … Leer más

La responsable de la gestión de la epidemia de Covid-19 en la Organización Mundial de la Salud (OMS), Maria Van Kerkhove, destacó este martes 5 de octubre que el coronavirus aún no estaba bajo control. Según ella, la semana pasada se reportaron 3.1 millones de nuevos casos de infección y 54000 muertes en todo el mundo, aunque los datos reales probablemente sean mucho más altos.

 

“La situación sigue siendo increíblemente dinámica porque no tenemos control de este virus”, dijo un epidemiólogo estadounidense durante los intercambios en vivo en las redes sociales de OMS. “Todavía no estamos fuera de peligro. Estamos justamente en medio de esta pandemia. Pero ¿en qué parte del medio? Todavía no está claro, porque en la mayoría de los casos no estamos usando las herramientas que tenemos en este momento para acercarnos al final. En algunas ciudades, vemos unidades de cuidados intensivos y hospitales saturados y personas que mueren mientras que en las calles la gente se comporta como si (la pandemia) hubiera terminado por completo”, dijo también.

 

La OMS está estudiando actualmente cómo puede evolucionar la pandemia en los próximos tres a dieciocho meses. “Todavía tenemos grandes grupos de personas que no están vacunadas, ya sea porque no tienen acceso [a las vacunas] o porque se niegan o no pueden vacunarse, y todavía podemos ver brotes”, dijo al final Van Kerkhove, al tiempo que estigmatizó la desinformación y los conceptos erróneos que circulan en Internet sobre Covid-19. “El resultado es que la gente muere. Es algo que no se puede soslayar”, subrayó.

 

En los hechos, está claro que los casos de COVID19 en el mundo se están dando entre personas que no han sido vacunadas. Según los datos proporcionados por los países que contribuyen con información clínica a los organismos internacionales de salud y académicos, la tasa de hospitalización y mortalidad es, con mucho, más alta entre los que no han sido vacunados.

 

El COVID19, si bien eventualmente estará bajo control, llegó para quedarse. La posibilidad de erradicar el virus, o incluso eliminarlo, se ha perdido desde el principio porque no lo hemos atacado globalmente con el mayor vigor posible. Y seguimos sin aprender esta lección.

 

Como ha sucedido antes cuando la humanidad ha enfrentado enfermedades infecciosas, guerras y otro tipo de catástrofes, la medicina y otras ciencias, no solamente las biológicas sino también las sociales, con el COVID 19 ocurrieron avances como nunca habíamos visto, tanto así que las tasas de mortalidad hospitalaria se han visto disminuidas entre los enfermos más graves.

 

Desde el inicio de la epidemia tuvimos a la mano herramientas para tratar de contener la transmisión de la enfermedad persona a persona con la adopción de medidas de conducta sencillas y muy eficaces.

 

En muy pocos días, desde que se reconoció el fenómeno epidemiológico, los médicos y los ciudadanos en general podemos disponer de medios diagnósticos, muy sensibles y extremadamente específicos que nos permiten identificar los casos. Hoy, esas pruebas están disponibles a muy bajo costo en las farmacias de cada ciudad de los países que estén dispuestos a autorizar su venta para que cada ciudadano eventualmente pueda saber en la comodidad y privacidad de su casa si está afectado por este nuevo coronavirus y tomar las medidas que considere.

 

Como nunca en la historia de la medicina, tuvimos disponibles vacunas para atajar las infecciones individuales por COVID19 y la pandemia. Las limitantes para su administración han sido logísticas. Y, también como nunca, hoy están corriendo estudios con cuando menos tres antivirales de administración oral que han mostrado ser efectivos para reducir significativamente el riesgo de enfermedad grave y muerte.

 

Cambios de conducta, pruebas -muchas pruebas-, vacunas y medicamentos, juntos, si pudieran ser la luz al final del túnel que por fin parece que es posible hacer más corto. Depende de quien diseña y promulga políticas públicas que eso suceda. Como siempre, no somos los médicos, ni las vacunas, ni las medicinas, quienes podemos salvar vidas en este contexto, sino los políticos.




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