Mi delito… ser adolescente

Es muy frecuente observar que los jóvenes inician su vida sexual a muy temprana edad. En ocasiones lo hacen como una forma de obtener compañía, o amor. Otras ocasiones simplemente lo hacen buscando nuevas experiencias sin medir las consecuencias. Los embarazos en la adolescencia y las enfermedades de transmisión sexual son las más graves consecuencias, … Leer más

Es muy frecuente observar que los jóvenes inician su vida sexual a muy temprana edad. En ocasiones lo hacen como una forma de obtener compañía, o amor. Otras ocasiones simplemente lo hacen buscando nuevas experiencias sin medir las consecuencias.

Los embarazos en la adolescencia y las enfermedades de transmisión sexual son las más graves consecuencias, la soledad, el estigma social, son solo algunas de las demás consecuencias dolorosas y a veces difíciles de enfrentar.

En esta historia una adolescente queda embarazada a la edad de 15 años. A partir de ahí su vida cambia sustantivamente y en la actualidad simplemente no encuentra la manera de salir adelante con sus hijos.

Desamparo

No conocí a mi papá. Me abandonó apenas supo que mi mamá estaba embarazada. Mi mamá se embarazó de mí a los 17 años. Ella trabajaba en un botanero. Me cuenta que su papá le pegaba mucho y que tomaba demasiado y que en una ocasión trato de abusar de ella, por eso se fue a vivir a Fresnillo. De ahí estuvo trabajando en casas pero ganaba muy poquito y a veces no le pagaban.

Entró a trabajar a ese botanero. De ahí conoció a mi papá pero él no me quiso reconocer y eso siempre me ha dolido mucho. Me ha hecho mucha falta tener a mi papá. Vivíamos con muchas carencias porque a mi mamá casi no le alcanzaba para pagar la renta y los gastos. Casi la mayor parte del tiempo estaba sola y así fui creciendo.

Secundaria

Cuando estaba en segundo de la secundaria conocí a un chavo que era un poquito más grande que yo. A él lo acababan de mandar a trabajar a Fresnillo, es militar. Yo lo conocí cuando salí de la secundaria. Yo iba caminando y él me dijo que si me acompañaba, ese día estaba “franco” y de ahí primero nos hicimos amigos y luego empezamos a ser novios.

Un día mi novio me empieza a decir que quiere tener relaciones conmigo.

Yo me negaba porque le decía que no quería salir embarazada. Él me decía muchas cosas y me empieza a convencer. Me decía que no me va a pasar nada. Y que si tal vez quedara embarazada que él se hacía cargo del bebé y se casaría conmigo. Yo seguía diciéndole que no pero luego él me dijo que entonces yo no lo quería porque no confiaba en él.

Y que así no podíamos seguir siendo novios. Yo ya me había acostumbrado a estar con él. Me llevaba a comer y a pasear, me trataba muy bien y pensé que sí era bueno. Le dije que sí pero que se protegiera. Así fue, pero después él ya no quiso protegerse, me decía que no lo necesitaba y que a él no le gustaba con el condón.

Que él ya se estaba protegiendo de otra manera para no embarazarme. Yo tenía mucho miedo porque en la escuela nos decían que los hombres no se podían proteger de ninguna manera más que operados o con condón. De repente me vi en una situación en la que no quería quedar embarazada pero si no me metía con él tenía miedo de que me dejara.

Pasaron 2 meses de que había empezado a meterme con él. Me empecé a sentir muy mal y sí noté que no me llegaba mi periodo. Unos días después me entero de que estaba embarazada y corrí a contarle a mi novio. Yo esperaba que reaccionara de buena manera pero él me rechaza y me dice que ya no se va hacer cargo del bebé. Que además quién le asegura que es de él. Yo le dije a mi mamá. Esperaba que casi me tundiera a golpes. Me dijo que lo íbamos a ir a buscar porque yo era una niña.

Pero de eso ya habían pasado 2 meses, sé que debí decirle a mi mamá antes, pero tenía miedo porque sentía que le había fallado.

Resultó que ya lo habían cambiado de aquí. Tuve una niña muy bonita, todos dicen que se parece a mí. Tuve que dejar la secundaria porque me daba mucha vergüenza que me vieran con la barriga. Yo quería regresar después a seguir estudiando pero tuve que empezar a trabajar para poder completar los gastos de mi bebé.

Nueva historia

Me sentía muy sola y triste, siempre me he sentido así. Veía a mi hijita y pensaba que ella estaría como yo sin un padre que viera por ella y la cuidara. Para ese tiempo yo trabajaba en una paletería ahí iba muy seguido un muchacho.

Me empezaba a sacar plática y luego me empezó a esperar a la salida. Yo terminaba unos días a las 10 de la noche. Me acompañaba a mi casa. Me platicaba cosas de él, de sus papás que se habían separado y así fue como nos conocimos más. Yo le platiqué todo lo que me había pasado con el papá de mi hija, él me decía que era un cobarde, poco hombre y poco a poco nos hicimos novios. Duramos como un año, el aceptaba muy bien a mi hija.

Un día me dijo que ya se quería salir de su casa y que si me quería ir a vivir con él, le dije que sí. Estábamos muy bien, muy felices. Yo seguía trabajando y él también tiene su trabajo. Yo me cuidaba para no quedar embarazada, como a los 8 meses de que estábamos juntos me embaracé. Dijo el doctor que había fallado el dispositivo.

Tenía mucho miedo de que me fuera a pasar otra vez lo mismo. Cuando le dije a él, se puso muy contento y dijo que nos teníamos que casar y que además le iba a poner su apellido a mi hija.

Suegra

Su mamá no estaba muy de acuerdo en que viviéramos juntos. Cuando le dijimos que estábamos esperando un bebé se puso muy mal. Dijo que le había bajado el azúcar, según ella se desmayó y la tuvieron que internar. En el seguro dijeron que no tenía nada y la mandaron a su casa. Él me había pedido que nos casáramos por la iglesia pero ella se opuso porque decía que yo no valía porque no tenía papá.

También decía que cómo iba a llevar a la iglesia a una prostituta. Y así me ofendía mucho porque decía que si mi mamá trabajaba en un botanero las 2 éramos prostitutas.

Como sea nos casamos solo por el civil, pero ella siempre estuvo encima de mí. Primero dejó de hablarme. Hasta cuando nació la niña fue a verla y dijo que quien sabe de quién sería esa “chamaca” porque no se parecía nada a su hijo. Luego iba a buscarme cuando estaba yo sola, solo me insultaba y me decía que era la maldición de su hijo.

Quería a la niña

Cuando mi hijita cumplió su año. Le hice su pastel, la puse muy bonita con su vestido. Llegó mi suegra y dijo que estaba muy bonita. Es que cada día se parecía más a su papá. Empezó a decirme que si se la prestaba para ir a misa, luego para llevarla a las nieves. Yo lo que quería es que la vieran bien y se la prestaba.

Un día me enfermé de apendicitis y me tuvieron que internar, ella se ofreció a cuidarme a las niñas. Yo nunca me imaginé lo que haría. Fue a levantar un acta para decir que yo la había abandonado. No solo a ella sino a mi otra hija también. Estaba mal, ya no me quería devolver a mi niña.

Para ese tiempo mi esposo trabajaba 3 semanas y descansaba 1. Mi suegra le empezó a decir que yo andaba con otros, que metía viejos a mi casa, que me emborrachaba. Poco a poco él le fue creyendo. No sé como pero un día ya no me devolvieron a mi hija. Mi otra niña extraña mucho a su hermana. Solo me dejan verla 2 días a la semana.

Él me está peleando la custodia y también la patria potestad porque dicen que soy pobre, que no tengo para mantenerla. Dicen que soy prostituta y que ando con muchos viejos emborrachándome.

Custodia

No es conveniente otorgar la custodia al padre, según la opinión de la mayoría de psicólogos, a los menores de 7 años al tratarse de un estadio donde cobra especial importancia preservar los ritmos de asimilación de los menores. A menos que la madre se encuentre imposibilitada mentalmente o viva en circunstancias que puedan suponer un riesgo real a un menor de edad.

¿Por qué?

Puede suponer un factor más desestabilizador que beneficioso en menores de 7 años, ya que, con frecuencia la figura principal de apego de los niños de 0 a 6 años de edad es la madre.

Por este motivo, es necesario que el menor, para una correcta adaptación, mantenga un contacto permanente con la figura de mayor apego, habida cuenta que el ritmo de asimilación a la nueva situación, no puede equipararse al de un adulto, al vivir los menores la ruptura como un trauma, precisando de un tiempo de adaptación suficiente para afrontar con garantías la siguiente etapa familiar.




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