Con… Ciencia. Narges Mohammadi

Esta valiosa activista iraní, lucha contra la opresión de las mujeres en su país.

El premio Nobel de la Paz 2023 fue otorgado a la activista iraní de los derechos humanos Narges Mohammadi de 51 años y que actualmente se encuentra cumpliendo una larga condena en la prisión de Evin en la ciudad de Teherán.

El comité encargado de designar el Premio Nobel de la Paz señaló que se le otorga el premio a Mohammadi “por su lucha contra la opresión de las mujeres en Irán y sus esfuerzos por promover los derechos humanos y libertad para todos”.

Mohammadi ha estado presa la mayor parte de los últimos veinte años. En varias ocasiones ha sido condenada por su implacable campaña contra la pena de muerte, por ser la voz de los sin voz, y por oponerse al régimen de aislamiento, que ha tenido que soportar durante meses. Hoy día cumple una condena de 10 años y 9 meses, acusada de acciones contra la seguridad nacional y propaganda contra el Estado de Irán. También fue condenada a recibir 154 latigazos, un castigo que los grupos de derechos humanos creen que no se le ha aplicado hasta ahora, y a la prohibición de viajar, entre otras.

Mohammadi conoce bastante bien el precio de hacer públicas sus denuncias. En agosto fue condenada a un año más de cárcel por su perseverancia en el activismo dentro de prisión después de conceder una entrevista a los medios de comunicación y hacer una declaración sobre agresiones sexuales en la cárcel. Estando en prisión publicó el año pasado un libro sobre los brutales métodos carcelarios de Irán, titulado “Tortura blanca: entrevistas con presas iraníes“; así como un documental en el que cuenta las historias de mujeres en prisión recluidas en régimen de aislamiento, un castigo que la propia Mohammadi ha sufrido.

Recientemente Mohammadi envió a CNN una larga carta en la que se posiciona en contra de cuatro décadas del uso obligatorio de la hiyab en la República Islámica y denuncia lo que, según ella, es la hipocresía de un Estado religioso que utiliza la violencia sexual contra las detenidas, “Imaginen a las mujeres iraníes que, durante 44 años, se han visto obligadas a llevar la cabeza cubierta, abrigos largos y pantalones de color oscuro en el calor del verano, y en algunos lugares, chadores negros, peor que eso, han estado bajo presión psicológica para adherirse estrictamente al hiyab obligatorio, todo para preservar la imagen de hombres islámicos religiosos y garantizar la seguridad y pureza de las mujeres”.

Reflexionando acerca de su misma situación Mohammadi escribe en su carta a CNN: “Si miro la cárcel desde la ventana de mi corazón, para mi hija y mi hijo fui más una extraña que cualquier desconocido y me perdí los mejores años de mi vida y lo que se fue nunca volverá. Pero estoy segura de que el mundo sin libertad, igualdad y paz no merece la pena vivirlo ni siquiera verlo. He elegido no ver a mis hijos, ni siquiera oír sus voces, y ser la voz de las personas oprimidas, mujeres y niños, de mi tierra”.

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