Lejos de casa

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

En la película Rescatando al Soldado Ryan (1998), el Capitan Miller, protagonizado por el gran actor Tom Hanks, dice estas palabras a uno de sus compañeros: “¿Quiere irse a combatir? De acuerdo, no lo detendré. Yo lo único que sé es que cada vez que mato me siento más lejos de casa.” Estas últimas palabras … Leer más

En la película Rescatando al Soldado Ryan (1998), el Capitan Miller, protagonizado por el gran actor Tom Hanks, dice estas palabras a uno de sus compañeros:

“¿Quiere irse a combatir? De acuerdo, no lo detendré. Yo lo único que sé es que cada vez que mato me siento más lejos de casa.”

Estas últimas palabras dan para muchas horas de reflexión sobre la conciencia, el bien y el mal, el derecho a la vida, la paz interior y muchos otros temas. El caso es que hoy me llevan a pensar acerca de la conciencia, ese claro sentido que se encuentra perfectamente arraigado dentro de cada uno de nosotros y que nos impulsa siempre a hacer el bien y evitar el mal.

Todo parte de nuestro origen, que es Dios. Y Dios es, por definición, bueno. Y a su creación le ha impreso ese sello indeleble de bondad. Y a esta creatura, el hombre, le creó bueno, sólo que también le creó libre, y el regalo de la libertad se acompaña del de la voluntad y, con ambos, la posibilidad de elegir no siempre ese bien que naturalmente le define.

Sin embargo, aunque exista el mal y éste muchas veces nos atraiga como una seducción, el soplo divino que recibimos se convierte en una especie de sistema de navegación gps que nos ayuda a elegir el mejor camino para llegar a nuestro destino y que nos alerta cada vez que erramos el rumbo pero que siempre, siempre tiene claro hacia donde vamos y nos corrige cuando aquello sucede.

Así es. Los seres humanos fuimos dotados con la capacidad de distinguir el bien del mal. Se trata de la conciencia, la cual, independientemente de nuestras creencias y convicciones, genera en nuestro interior un reclamo, una especie de vocecilla que nos dice “no lo hagas” cuando se trata de algo malo, y, a la vez, procura conducirnos hacia el bien obrar.

Todos deberíamos de caer en la cuenta de que, cuando cometemos un acto de maldad, nos alejamos de casa. Sólo el ejercicio del bien nos trae la paz y la serenidad que tanto anhelamos.

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