La salud después del COVID

Antonio Sánchez González.
Antonio Sánchez González.

El documento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas pide a todos los Estados Miembros que reduzcan en 30% la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles (ENT) entre 2015 y 2030.‎‎ Algunos países han avanzado en la consecución de este objetivo durante la últimas década mediante la implementación masiva de la … Leer más

El documento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas pide a todos los Estados Miembros que reduzcan en 30% la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles (ENT) entre 2015 y 2030.‎‎ Algunos países han avanzado en la consecución de este objetivo durante la últimas década mediante la implementación masiva de la terapias basadas en  sólidas evidencias científicas, como los medicamentos para la prevención secundaria de enfermedades cardiovasculares y la atención en el abatimiento de los factores de riesgo, como el tabaquismo y el aumento de las cifras de presión arterial de sus habitantes.‎ Sin embargo, en una regresión de estas históricas tendencias, las reducciones en las tasas de mortalidad causadas por las ENT se han desacelerado desde 2010; en algunos países, como el nuestro, las tasas en algunos rubros específicos han aumentado incluso antes de la pandemia de COVID19.

‎‎Pero el impacto de la epidemia ha sido enorme. Una evaluación realizada por la OMS al principio de este fenómeno encontró que 9 de cada 10 países informaron que todo o parte del personal que trabaja en el control y tratamiento de las ENT en los ministerios de salud había sido reasignado a la atención del COVID-19. A medida que los confinamientos intermitentes y las altas tasas de infección agravaron la presión sobre los sistemas de atención de la salud, hubo enormes dilaciones en la detección y el tratamiento de las ENT. El registro y la detección del cáncer disminuyeron rápidamente en la mayoría de los países, incluso en aquellos con bajas tasas de COVID-19, como Nueva Zelanda, donde los registros de cáncer disminuyeron en alrededor del 40%. El resultado ha sido un déficit de detección de millones de personas. Un estudio llevado a cabo en 61 países, que incluyó a más de 20000 pacientes, mostró que uno de cada siete enfermos que se encontraban en regiones con confinamientos completos tenía retrasos en su cirugía del cáncer, algunas de ellas seguramente curativas. Las ENT son condiciones difíciles y complejas de manejar en el mejor de los casos. Ahora, con millones de personas en todo el mundo en listas de espera para diagnóstico y tratamiento, la escala del problema es realmente desalentadora. Esperar que al seguir el mismo curso que antes de la pandemia y esperar un resultado diferente sería una necedad. Entonces: ¿qué pasa ahora con las ENT?‎

‎Hasta la fecha, gran parte de la narrativa en torno a las ENT se ha centrado en la mortalidad. Pero la morbilidad, la carga vivida por miles de millones de personas, puede ser una poderosa palanca para la acción. Está claro que no se presta suficiente atención a abordar los recursos inadecuados disponibles para que los pobres se alimenten adecuadamente, vivan de manera segura y accedan a la atención médica. Las ENT siguen siendo un problema de desarrollo al que se ha prestado poca atención. Los sistemas sanitarios y las organizaciones médicas deben intentar derribar las barreras estructurales que inhiben la participación significativa de los pacientes, expandir la comunidad de defensa, luchar contra los presupuestos mal enfocados, la experiencia y la atención en los países de altos ingresos, e impulsar políticas públicas en salud que incidan sobre las ENT para que sean involucradas las poblaciones que más sufren de ellas (predominantemente, personas en países de ingresos bajos y medios). Atender a los determinantes comerciales de la salud y la regulación adecuada de la industria para crear entornos promotores de la salud debe ser una prioridad.‎

‎Diversos estudiosos han explorado cómo los países pueden volver a encaminarse para alcanzar las metas planteadas por Naciones Unidas como Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y reducir la mortalidad prematura por cáncer, enfermedades cardiovasculares, enfermedades respiratorias crónicas y diabetes en un tercio para 2030. Por ejemplo, basándose en el Proyecto de Prioridades para el Control de Enfermedades y lo que la OMS considera las “mejores compras”, en ‎‎The Lancet‎‎, David Watkins y sus colaboradores sintetizan la evidencia acerca de  21 intervenciones que pueden reducir rápidamente las tasas de mortalidad por enfermedades no transmisibles (ENT) y cómo aplicarlas en países con cualquier nivel de ingresos. En condiciones realistas, concluyen que el mundo podría alcanzar la meta del ODS 3.4 gastando 18 mil millones de dólares adicionales por año. Los beneficios económicos de esta inversión superarían los costos 19:1. En el proceso, se podrían prevenir 39 millones de muertes prematuras por ENT, un enorme dividendo económico y de salud para un pequeño desembolso. Algunos países están yendo más allá de estas recomendaciones e implementando amplios conjuntos de intervenciones sanitarias. Es posible que muchos otros no tengan sistemas de salud o recursos lo suficientemente sólidos para planes de acción ambiciosos e integrales sobre ENT, pero la políticas de salud como las citadñas proporcionan un marco para comenzar a cambiar las historias de quienes sufren ENT. Y una forma práctica de salir del impacto del COVID-19.‎




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