La magia de los relatos

Simitrio Quezada.
Simitrio Quezada.

Si bien han pasado más de 2,000 años del establecimiento de la era cristiana, del otro lado del espejo hay por lo menos otros 2,500 anteriores donde, vivaracho, fue consolidándose el relato como posesión y heredad del humano. Nacido en la tradición oral, forjado al calor del fogar o fogata de la caverna, el relato … Leer más

Si bien han pasado más de 2,000 años del establecimiento de la era cristiana, del otro lado del espejo hay por lo menos otros 2,500 anteriores donde, vivaracho, fue consolidándose el relato como posesión y heredad del humano.

Nacido en la tradición oral, forjado al calor del fogar o fogata de la caverna, el relato surgió lo mismo como instrumento con recomendaciones para la supervivencia, que como signo de identidad y sentido de la vida individual, familiar y comunitaria. Por ejemplo, la historia de un diluvio, contenida en varias culturas y religiones, queda como una de las primeras de las que se tiene registro.

La hechura del humano a partir del barro o el maíz; la liberación, por parte de Dios, de un pueblo para llevarlo al liderato mundial; el origen de la bravura de la sangre por el amamantamiento de una loba; el accidental incesto que lleva al victimario y víctima a sacarse los ojos; la promesa de un gran destino a partir del hallazgo de un oasis, incluso con águila y serpiente… son legados, mitos o relatos con un signo de trascendencia.

Egipto o Arabia, Japón o Yucatán, Israel o Britania… muchos territorios y culturas pueden disputarse el origen de los grandes relatos. Obras como el Poema de Gilgamesh, escrito en acadio; el Panchatantra y el Mahabhárata, ambos en sánscrito; el Pentateuco, en hebreo; el Popol Vuh, en quiché y español; el Corán, en árabe clásico; el Hazar Afsaneh, en persa… son base de lo que después serán cantares, poemas, cuentos y novelas.

Todo esto, asentaré a la manera de Borges, maravilla más cuando llegamos nosotros a este mundo y entornamos los ojos al escuchar un cuento antes de dormir o una canción de Cri Cri o un episodio de Cachirulo, Pepita Gomís u Odisea Burbujas.

Las grandes historias, los grandes relatos se quedaron también en octosílabos de trovas y corridos, en radionovelas de Chucho El Roto, El derecho de nacer y Porfirio Cadena, y hasta en las chuscas vaciladas de La Tremenda Corte.

La magia de los relatos continúa entre nosotros, y nos humaniza frente a los errores y horrores producidos por el mismo humano.




Más noticias


Contenido Patrocinado