La Divina Misericordia

Sigifredo Noriega Barceló.
Sigifredo Noriega Barceló.

El Misterio Pascual se continúa en el tiempo. “Ocho días después…” habla del tiempo concreto de personas, grupos, comunidades. No podemos sustraernos al tiempo y lo que las personas hacen en/con él.  Nuestra vida transcurre, es vivida, afirmada, negada, dignificada, pisoteada… en ciclos de tiempo. El Misterio Pascual transforma el tiempo y los tiempos en posibilidad de … Leer más

El Misterio Pascual se continúa en el tiempo. “Ocho días después…” habla del tiempo concreto de personas, grupos, comunidades. No podemos sustraernos al tiempo y lo que las personas hacen en/con él.  Nuestra vida transcurre, es vivida, afirmada, negada, dignificada, pisoteada… en ciclos de tiempo. El Misterio Pascual transforma el tiempo y los tiempos en posibilidad de trascendencia y eternidad.
“Ocho días después” habla de Cristo Resucitado que vive y actúa en el tiempo: al amanecer, muy temprano, al atardecer, en la noche, de nuevo, ocho días, después…  “La misericordia de Dios es eterna. Aleluya”, respondemos en el segundo domingo de Pascua. La misericordia eterna de Dios se manifiesta/trabaja en el tiempo. Se hace gracia, don, oportunidad en los contextos históricos, sociales, culturales de quienes peregrinamos por la vida.
La confesión central de nuestra fe es la Resurrección del Crucificado. Jesús vivo es el anuncio que la Iglesia proclama, celebra y comparte desde hace dos mil años en el hoy del “ocho días después”.  La liturgia de los Domingos de Pascua nos dice qué significa que Jesús esté vivo en nuestras circunstancias, pandemias, entornos… y tiempos electorales.
El Domingo pasado Jesús Resucitado aparece muy activo atendiendo a los suyos que están “muertos de miedo”. Entra donde ellos se encierran, en sus miedos y escondites. Los saluda con el don de la paz y los miedos dan paso a la confianza, la alegría, el futuro reluciente. El Viviente ha vencido el miedo; por eso es capaz de infundir, transmitir, llenar de paz a los suyos. El saludo/don de la paz del Resucitado sigue actuando ‘ocho días después’ en las celebraciones litúrgicas; también en las transmitidas por medios electrónicos y digitales –aunque ‘un año después’ nos cueste creerlo y aceptarlo-.
El Señor Resucitado se presenta exhalando aliento, su alientosu ánimosu vida. Es otra imagen que escoge hoy el Evangelio para decirnos que el Resucitado es quien tiene tal plenitud de vida que puede hacernos vivir y sacarnos de nuestros miedos con su aliento y el perdón de los pecados. “La misericordia de Dios es eterna”, seguiremos cantando, domingo a domingo, hasta la consumación del tiempo.
Llama la atención la ausencia de Tomás en el momento de dar aliento. Él se queda sin paz porque rechaza el aliento de su comunidad; piensa que puede ‘creer’ a solas prescindiendo de los demás. El Resucitado dice a todos que son dichosos los que se dejan alentar por la fe de los hermanos; los que creen y descubren al Señor Jesús en el seno de la comunidad reunida;  los que creen a los que creen y descubren al Resucitado en su testimonio.
Desde entonces el “ocho días después” se ha convertido en el Domingo de la Misericordia sin fin donde la comunidad se reúne para recibir la paz y el aliento del Señor Resucitado para irradiarlo en las diversas situaciones de la vida. Es el domingo del inicio de cada semana… para siempre.



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