La autoridad moral del gobernante

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

El presidente López Obrador sabe que el componente esencial de la autoridad política es la autoridad moral, de ello depende la fuerza de sus acciones, el respaldo mayoritario y la legitimidad ante la historia. Los opositores del presidente también lo saben, por eso buscan algún elemento hasta por debajo de las piedras para hacer creíbles … Leer más

El presidente López Obrador sabe que el componente esencial de la autoridad política es la autoridad moral, de ello depende la fuerza de sus acciones, el respaldo mayoritario y la legitimidad ante la historia. Los opositores del presidente también lo saben, por eso buscan algún elemento hasta por debajo de las piedras para hacer creíbles las historias que le minen la autoridad moral forjada a lo largo de toda una vida.

El elemento determinante de la autoridad moral es la conducta personal, en ese sentido, el presidente ha sido pulcro guardián de su honorabilidad, pero un gobernante tiene flancos más complicados de controlar: su familia y su gobierno.

Un video donde aparece su hermano, Pío López Obrador, recibiendo dinero en efectivo en el contexto de las elecciones de 2015 fue utilizado para quitarle “punch” a lo revelado por Lozoya, lo cual llena de oprobio a una significativa porción de políticos en activo. Para que los intereses subyacentes creados en la difusión no se salgan con la suya, es necesario que el INE y la Fiscalía electoral investiguen con imparcialidad, den a conocer el resultado y luego se aplique la ley en todo lo conducente. Sería muy lamentable que el INE, por cálculo perverso, se abstenga de llegar hasta las últimas consecuencias para que los detractores del presidente lo usen como munición política; no hay pretexto cuando ha sido el propio presidente de la República quien lo pidió públicamente.

El diario Reforma, con la falta de escrúpulos que los distingue, involucró a una regidora de Macuspana, Tabasco, en un presunto faltante de más de 200 millones de pesos, siendo que, la regidora no maneja recursos, como lo sabe cualquiera (sin dictamen de la cuenta pública de 2019, en etapa de revisión, y menos el 2020). El móvil de la fabricación estriba en que la regidora Conchita Falcón es esposa de Ramiro López Obrador, hermano del presidente.

El presidente dispuso que ningún familiar ocupe cargos en el ámbito federal ni en Morena; sus hijos, Ramón Andrés Manuel y Gonzalo acataron la directriz, Jesús Ernesto es un niño. Además giró un oficio instruyendo que no accedieran a gestiones a solicitud de sus familiares, pero el presidente, como todos, tiene una familia en la que no todos piensan igual. Su hermano Arturo es miembro del PRI en Veracruz, y con su hermano Ramiro se distanció cuando, en contra de su opinión, buscó la presidencia municipal de Macuspana, pero es todo lo que puede hacer el presidente dado que sus familiares tienen derechos que hacen valer, aunque reducidos al ámbito local.

El ejercicio colectivo de gobernar

El otro flanco de potencial desgaste de la autoridad moral del presidente en su gobierno es la inmensa mayoría de los casi 2 millones de servidores públicos federales que se formaron en los usos y costumbres del viejo régimen, muchos han mostrado capacidad de adaptación al nuevo rumbo, pero varios difunden información distorsionada, orientada a culpar al presidente de cualquier falla.

López Obrador ha sido “minita de oro” de políticos tradicionales que se trepan al tren de Regeneración Nacional sin haberse regenerado, algunos se muestran en las cámaras legislativas federales y locales, otros se incorporaron a la administración federal cuando hasta un día antes eran feroces detractores. En ese sentido, las instancias responsables de prevenir y castigar las anomalías administrativas y penales deben esmerarse por cuidar la autoridad moral del presidente de la República cada vez que existan denuncias fundadas, desde luego, tomando en consideración que existen plazos, procedimientos y garantías procesales, que en caso de violarse, favorecen la impunidad, pero, eso no quita la urgencia de la vigilancia social en aras de evitar que la Cuarta Transformación corra la misma suerte que la tercera.

El periodismo del viejo régimen protegió al gobernante echándole la culpa a los colaboradores, a quienes acusaba de no acatar las órdenes del jefe y hasta de deslealtad, ahora se fueron al extremo contrario, cada falla de algún funcionario federal, por menor que sea su rango, los hace culpar al presidente de la Republica.

Todavía ese viejo periodismo cuida a gobernadores, los mismos que estuvieron amordazados con los anteriores presidentes. Ahora lo insultan, lo aluden con apodos y frases ofensivas al mismo tiempo que lambisconean al gobernante estatal o municipal, así de patético el momento.

El ejercicio colectivo de gobernar

Las instituciones y la ciudadanía están para cuidar la autoridad moral del gobernante, al mismo tiempo que se preserva la libertad de denuncia debe desatarse eficazmente la acción de las instituciones para que ponga las cosas en su lugar.




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