La división de poderes

Jaime Santoyo Castro.
Jaime Santoyo Castro.

Lo sucedido en el Senado de la República hace unos días, más allá de lo que signifique al interior de Morena, ha resonado muy fuerte y muy grato en el ámbito político nacional.

Lo sucedido en el Senado de la República hace unos días, más allá de lo que signifique al interior de Morena, ha resonado muy fuerte y muy grato en el ámbito político nacional, porque puede ser el punto de partida para que el órgano legislativo no sea más un apéndice del Ejecutivo y recupere su papel como órgano de control constitucional del Estado dentro del esquema de separación de funciones marcado por nuestra Carta Magna y por la aspiración del pueblo mexicano.

La división de poderes no se sustenta en enfrentamientos o luchas intestinas entre los actores políticos. Se trata de una delicada función orientada a realizar el conjunto de los asuntos que reclama el pueblo por ser beneficiosos para el interés común. No se trata de tres poderes diferentes, enfrentados entre si. Es un solo poder con tres funciones especiales, que deben ir unidos con respeto y prudencia en la búsqueda del bienestar general siguiendo la ruta marcada por la Constitución procurando el equilibrio, sin que uno se imponga sobre el otro.    

El desdén protagonizado por algunos funcionarios en la plenaria de Morena dio margen para que el Senador César Cravioto acusara al Coordinador de los Senadores de Morena Ricardo Monreal de propiciar un alejamiento con el Presidente de la República, como si eso fuera un delito o una falta grave, cuando es precisamente lo que debe haber en un órgano que se precie de ser digno y autónomo, y en esa virtud, le dio oportunidad al Doctor en Derecho Ricardo Monreal para recordarle a su compañero de bancada y a toda la nación, de lo que debe ser el honroso papel del Senado de la República, que debe cubrirse de  pudor constitucional, dignidad, autonomía, y convertirse en un verdadero órgano de control constitucional.       

No son caminos diferentes, cada quien tiene su función en el rumbo de la República; el respeto y la colaboración mutua debe ser el distintivo y no la sumisión ni la abyección. México requiere de eso. Le sirve más al país y al propio Presidente un Senado vivo, decoroso, respetuoso, que levante la voz ante cualquier desvío y que hable claro y actúe enérgicamente en defensa del estado de derecho. Ojalá y a partir de estas expresiones de Ricardo Monreal nos enfoquemos en una real práctica de la división de las funciones del poder.     




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