Ingredientes del cambio nacional

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

Mañana se cumplen dos años de gestión presidencial de la “Cuarta transformación”. Todavía hay quienes no descifran la clave de la victoria de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones del 2018, por eso no se explican el respaldo mayoritario a pesar de que la pandemia y sus consecuencias en la economía es utilizada como … Leer más

Mañana se cumplen dos años de gestión presidencial de la “Cuarta transformación”.

Todavía hay quienes no descifran la clave de la victoria de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones del 2018, por eso no se explican el respaldo mayoritario a pesar de que la pandemia y sus consecuencias en la economía es utilizada como la principal arma en su contra, lo mismo de los grandes medios de comunicación que de los segmentos de los altos círculos económicos resentidos por el conjunto de medidas que les cancelan “el derecho” de abusar y desde luego, de los partidos políticos de oposición que hacen frente común para bloquear los procesos de cambio. Todos no salen de su asombro al ver que sus esfuerzos chocan como las oleadas del mar en las formaciones rocosas a las que mojan sin destruirlas.

En su modo de acceder a la victoria electoral está la receta, al alcance de todos los que sean capaces de ponerla en práctica.

Receta de una victoria histórica

Ingrediente A:  Andrés Manuel no perdió el tiempo procurando que los medios de comunicación hostiles a su proyecto modificaran su actitud y le brindaran espacios;  se concretó a aprovechar las oportunidades que “por taparle el ojo al macho” le concedían tribuna de vez en cuando para simular imparcialidad y pluralismo para no perder público, prefirió recorrer cada uno de los municipios del país en visitas nunca reflejadas en los medios de comunicación o aludidas solo para atacarlo. La perseverancia dio signos de avance cuando empezaron a atacarlo de que “no trabaja” “De qué vive” ”¿Quién paga las giras?”, algo les inquietaba a los que medían su fuerza por los escasos concurrentes en cada sitio que nunca advirtieron que los que no iban estaban al pendiente y madurando su voto  en  prudente silencio.

Ingrediente B:  Empezó a ganar voluntades de dirigidos antes de las de dirigentes, (“el pleito no es con los abajo, es con los de arriba”) ejerciendo una influencia constante en la interpretación de la realidad que sorprendió a muchos dirigentes, que de manera impensada descubrieron que sus dirigidos no esperaron “la línea”, algunos se sumaron obteniendo alguna posición y otros se resignaron a presenciar el tsunami.

Ingrediente C­: Entendió que quien no forma parte del poder lanza disparos a la luna cuando su mensaje político lo orienta al gobernante en vez de a los gobernados, como es hábito de “expertos”, “líderes opositores” e “intelectuales orgánicos”.  Asumió que la realidad en la que hace política tiene beneficiarios y perjudicados relativos y absolutos, ubicó a los segmentos sociales e hizo popular su interpretación de la realidad.

Ingrediente D: Desató la iniciativa de sus apoyadores; no sometió a aprobación jerárquica el alud de manifestaciones de apoyo; puso en práctica la consigna que estuvo en auge en la lucha contra la Invasión Francesa: “Con lo que se pueda, cómo se pueda y hasta dónde se pueda”, estrategia que anuló la de sus opositores elaborada por costosos despachos de marketing político, fabricantes de “punteros en encuestas” y profecías fallidas.

Ingrediente E: En vez de perder el tiempo con “brigadas cazamapaches” para frenar la compra del voto, Andrés Manuel recorrió la vía larga de sembrar la convicción de que esa práctica es incubadora de la corrupción y significa hacer negocio político con la pobreza de las personas, haciendo muy celebrado su llamado a no dejarse comprar con “puercos, marranos, cochinos”.

Comunicación directa

El guiso se llama “Revolución de las conciencias” , se traduce en que en vez de persuadir a los medios de comunicación, se alimente la inteligencia crítica de los públicos de estos medios, detonando la demanda  de imparcialidad, pluralismo y objetividad de parte de  lectores, radio-escuchas y televidentes que saben que ya no son clientelas cautivas gracias a las “benditas redes”.  Así mismo, en vez de las inútiles prevenciones en contra del uso electoral de los programas sociales de los políticos tradicionales, se hace consciente a la población del origen real de dichos programas y el carácter de delincuente de los que recurren a esa práctica.

No menos importancia tiene la comunicación privilegiada con bases sindicales, campesinas y de movimientos de diferente perfil cuyos liderazgos, desde luego que no todos, fincaron su relación de no paz- no guerra con el régimen a partir de “trato” a sus respectivos dirigentes sin conocimiento de sus dirigidos.

La comunicación de asuntos públicos tiene particular relevancia para la transformación en curso no solo porque alimenta el apoyo a lo que emprende el presidente de la República, sino porque está transformando a los mexicanos de manera tal que en el futuro podrán decidirse por otras opciones, nunca por “más de lo mismo”, para desgracia de la actual oposición.

 

Nos encontramos el jueves en El Recreo




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