Examen fin de curso

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

Cada asignatura tiene su propio método de estudio, pero con esfuerzo, logras comprender y aprender.

A la Mtra. Carmen Orozco, en gratitud por sus enseñanzas.

“El examen final será el viernes de la semana próxima” informó la maestra de Biología. Aquel tono imperativo evocó una última advertencia para mejorar promedios.

Un muchacho sintió un sudor frío que recorría la columna vertebral; la respiración se aceleró, el corazón brincaba; la zozobra invadió su ser. Era aquella una oportunidad para aumentar el promedio de calificación en la materia. Debía hacer un esfuerzo especial, pues se sentía obligado a superar el ocho y en los parciales tenía dos decimales debajo de siete. Qué vergüenza pasaría si aparecía ese dato en su boleta a fin de año.

Su hermano había abandonado los estudios por cuestiones de salud y él había tenido mejor desempeño académico, a pesar de sus circunstancias.

¿Cómo hacerle para sustentar un buen examen?

Llegando a casa tomó el libro e identificó las casi doscientas páginas que contenían los diversos temas del programa, abordados hasta la fecha.

Intuitivamente consideró que, si leía unas tres veces aquellas páginas, quizá podría comprender un poco más y obtener mejores resultados.

Empezó al día siguiente, luego de decidir ponerse a leer en el fondo de la casa, próximo a la chimenea donde su mamá hacía las tortillas para la familia. Consideró que era el lugar con un poco de silencio, alejado de sus ruidosos hermanos quienes a toda hora gritaban, corrían, jugaban, y se presentaban en ese lugar solamente cuando se les llamaban para realizar algún mandado asignado por su madre.

Pero repasar tres veces aquella gran cantidad de hojas del libro implica invertir mucho tiempo. Jamás había hecho algo así, salvo cuando leía los libros que su primo Ismael le prestaba en vacaciones. Sí, aquellas novelas de grandes y fantásticos viajes los podía leer durante horas, pero estudiar una materia era otra cosa, más difícil (y aburrido), pero debía hacerse.

Abonando a sus nobles intenciones la mamá le permitió quedarse ahí cerca, sentado en una silla, a la luz natural del día. Le permitió realizar esa actividad sin distraerlo con alguna tarea ordinaria del hogar. Hasta intervino cuando sus hermanos lo buscaron para jugar y aquellos dejaron de molestarlo.

En unos cuantos minutos le cansó la silla, el dolor en la espalda le hizo pensar que sería imposible cumplir el reto. Sus ojos no soportaban visualizar aquellos textos. ¿Debía también repasar los fragmentos que iban debajo de cada ilustración?, ¿Tomar en cuenta esos dibujos?, ¿Estaban relacionados con lo que estudiaba?

¡Cuánta complicación! A esa fecha aún ignoraba que cada asignatura tiene su propio método de estudio. ¿Los había orientado al respecto la maestra?

Biología era algo incomprensible. En cierta época consideró que las materias en las que habría más dificultad serían el inglés y las matemáticas, pero no. Aquí le confundían los esquemas, cuadros sinópticos, diagramas, historias, etc.

Una de las mayores satisfacciones obtenidas ese año, fue ver dos décimas de punto, arriba del ocho. Valió la pena el esfuerzo.

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