Falta de claridad

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

Hay quién llega a pensar que puede vivir sin la estructura administrativa institucional llamada gobierno.

Dedicado a Patrocinio mi esposa y mis hijos Paty y Juan Manuel.

La era de la comunicación presenta determinadas dificultades para que una persona pueda tener la posibilidad de dilucidar entre lo consistente y lo inconsistente.

En el ciudadano que tiene acceso a los medios informativos puede angustiar la disponibilidad de datos cuya veracidad tenga poco sustento y, por tanto, produzca falta de lucidez para tomar una decisión de trascendencia histórica, como el definir su voto en las elecciones de sus representantes.

El bombardeo de los medios publicitarios en vez de proporcionar claridad, abona en su mayoría a la confusión.

¿Cómo dilucidar el falso discurso? ¿Quién manifiesta autenticidad en sus propuestas? ¿Quién tiene el conocimiento necesario para ejercer el poder (independientemente del nivel de autoridad)? ¿Quiénes aspiran en tener el poder por el poder mismo y no lo buscan para, en verdad servir a sus electores o a la comunidad que dicen representar?

Llega a sentirse la necesidad de acudir a la historia no oficial de los sucesos que por razones de pretensión política fueron matizadas u ocultadas a las mayorías.

Hay quién llega a pensar que puede vivir sin la estructura administrativa institucional llamada gobierno y por esa y otras muchas razones prefiere estar ausente en las urnas en ese día importante para el país. Se abstiene de ejercer su voto y el resultado es que el destino del país se define con los pocos que si ejercen su derecho ciudadano.

Otro sector vulnerable de la población siente condicionado su voto por haber sido beneficiario con algún programa social llámese beca, apoyo alimenticio o recurso económico y carga en su conciencia la obligación de votar por los gobernantes en turno porque de no hacerlo le llega el sentimiento de traición, sin saber que cabe la posibilidad de quien lo hizo, precisamente eso buscaba, comprar su conciencia con fines de perpetuarse en el poder.

Quien esto escribe alguna vez escuchó que, en algunos países del mundo, cuando una persona está inscrita en algún programa social, queda eliminada del padrón electoral, precisamente para evitar el juego de esa compra velada de conciencia.

En muchas ocasiones el electorado quisiera saber en verdad el origen y actuar cotidiano de los personajes a elegir porque anhela conocer su identidad y no lo bondadoso o virtuoso que dice la propaganda.

¿Cómo saber si los aspirantes conocen las leyes generales del país y están dispuestos a trabajar dentro de lo que ahí se establece y no van a permitirse actuar fuera de ellas para beneficio personal?

Nunca ha sido fácil ejercer una ciudadanía, pero cada vez es más necesario ocupar un buen rato de reflexión para tomar la decisión de por quién votar, si se quiere actuar con responsabilidad individual y sensibilidad social. El análisis de lo que sucede en el entorno más cercano también puede dar claridad en la toma de decisiones.

Estos quizá son pensamientos en voz alta de quien escribe, pretendiendo socializar y exponer dudas e incertidumbres.

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