Un cambio de vida

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

La falta de lluvias y los problemas con los vecinos que invadían su sembradío con el ganado, eran las razones principales para salir de su lugar de origen.

A Teodoro Mata Martínez, con agradecimiento.

Cuando se manifiesta la crueldad del cielo en el medio rural, las opciones se restringen y lo único que puede hacerse es emigrar, en busca de horizontes más alentadores.

Con la idea fija en irse a los Estados Unidos se fue a Monterrey, la ciudad más grande y próspera del norte del País.

Lo difícil era conseguir la anuencia de sus papás, así que dijo que iba de visita con sus tíos a La Sultana del Norte, pero primero pasaría a registrarse en la lista de espera de la mina de Concepción del Oro. Tenía el conocimiento y experiencia suficiente para ser aceptado, pues había sido minero en los últimos cinco años de su vida. Tenía apenas veinte años de edad y eso también estaba a su favor.

En la gran ciudad comentó con los tíos Candelaria y Gregorio el plan de viajar al otro lado, pero el tío le persuadió de quedarse a trabajar ahí mismo: “No creas todo lo que la gente dice de los Estados Unidos. Es muy difícil estar tan lejos de la familia. Además, allá no tienes a dónde llegar, no conoces a nadie y eso complica todo. Tu primo Memo y yo ya fuimos dos veces y mejor nos regresamos. Acuérdate: la realidad es cruda y diferente a como la cuentan”. Desistió en su intento. El testimonio de sus familiares fue suficiente.

¿Qué hacer ahora? Había salido de su comunidad de origen y no estaba dispuesto a regresar. La falta de lluvias y los problemas con los vecinos que invadían su sembradío con el ganado. cuando lograba crecer la milpa, eran las razones principales.

Al visitar a su hermano mayor lo acompañó en su rol laboral: repartía materiales de construcción en un camión Torton de 15 toneladas.

En uno de los establecimientos en que dejaba algún pedido, preguntó si habría una vacante para su hermano menor. El señor tenía por sabido que los aspirantes provenientes de los Estados de San Luis Potosí y Zacatecas, eran garantía de trabajo, disciplina y responsabilidad. “Mañana mismo puede empezar. Tengo una vacante como ayudante de mezclador en la elaboración de mosaico”.

Al siguiente día ya estaba trabajando pero, aunque era fuerte y muy bueno con la pala para revolver arena y grava, a las dos semanas se sentía cansadísimo. Trabajar en aquello bajo los candentes rayos del sol y con temperatura ambiente al borde de los 40°C, no cualquiera los aguanta. Para su buena fortuna el día que pensaba renunciar, hubo necesidad de mover uno de los camiones y cuando el jefe supo que el muchacho sabía manejarlo, lo cambió de actividad. En este nuevo puesto y otros en donde el jefe necesitaba a alguien en quien confiar. Colaboró 38 años.

En ocasiones las personas necesitan encontrar una oportunidad de realización para desempeñarse con eficiencia.

Cambió el estilo de vida, pero la añoranza por el terruño sigue latente.

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