Fiscalizados y Punto Final
Recuerdo que cuando empecé a participar en campañas decían que para ganar sólo se requerían tres cosas: padrino, merolico y candidato. En 1998 pese a la legislación electoral y las buenas intenciones no había candados para el financiamiento de campañas; de hecho, las elecciones eran un eficaz medio para lavar dinero. Afortunadamente al paso del … Leer más
Recuerdo que cuando empecé a participar en campañas decían que para ganar sólo se requerían tres cosas: padrino, merolico y candidato.
En 1998 pese a la legislación electoral y las buenas intenciones no había candados para el financiamiento de campañas; de hecho, las elecciones eran un eficaz medio para lavar dinero.
Afortunadamente al paso del tiempo y la consolidación de la democracia cambiaron las reglas y restricciones y hoy hay una eficiente y pujante legislación que vigila, transparenta y sanciona los dineros en elecciones.
Hoy dicen los que saben, las elecciones se ganan en las urnas y en los escritorios, son los votantes, pero los que deciden las elecciones y los contadores y abogados los que las ratifican.
Más allá de la necesaria legalidad y honorabilidad en el financiamiento de campañas, va de por medio la capacidad de los candidatos para administrar.
Sí un candidato no puede poner orden, supervisar, transparentar y administrar los “escasos” y regulados recursos de su campaña, mucho menos va a poder administrar, ordenar, supervisar y gestionar los recursos de un municipio, estado, distrito o algún presupuesto.
Sí un candidato ya sea por gandalla o ignorante no puede acatar las disposiciones legales de una campaña, mucho menos va a poder trabajar con todo el marco normativo de una localidad, distrito o entidad.
Además de la necesaria prueba de la urna, los candidatos deben pasar la de la fiscalización, la del orden y transparencia de sus finanzas, por su bien y el de los gobernados.
Sí son incapaces de bien gastar un recurso sobre vigilado, etiquetado y expuesto al escrutinio público, ni de chiste van a poder con los dineros de un municipio si son candidatos a presidente o una cuenta pública si son candidatos a diputados.
Es incómoda, pero celebrable la fiscalización que el Instituto Nacional Electoral ha impuesto a los partidos gracias a las reformas de 2006 y 2013, reformas nacidas de la inconformidad de la oposición y necesidad de la democracia.
Sí su candidato es incapaz de administrar tres pesos con manual de gasto o diciéndole en que se los tiene que gastar, ni de chiste podrá con el municipio entidad o presupuesto.
Pensémoslo dos veces, el presupuesto es público y producto del pago de nuestros impuestos.
Punto Final
Animas que haya más debates.